La pareja contemporánea se ve asediada por múltiples vicisitudes de toda índole.
El primer paso de una pareja consolidada es comprenderse
mutuamente y asumirse como el ente bipolar que encarna cada
uno de sus componentes. La pareja humana es un micro-universo que
convive rodeada por toda una biodiversidad de tantos otros micro-cosmos.
¿Cómo lograr no impactar contra alguno de ellos y evitar colapsar
dentro de esta tupida maraña de emociones?
La pareja humana cuenta con el arsenal explosivo -expansivo- del
amor. Y el amor de pareja es un arma de grueso calibre. El amor es, nunca
menos, un campo minado de emotividades polivalentes. Por ello es
que insisto en que el caudal amoroso debe ser "canalizado" por cauces
idóneos: el diálogo interactivo que nos rescata oportunamente de la incomunicación
generada por el hastío cotidiano, por la rutina, por la hiperactividad
laboral, por los cibermedios.
La pareja coetánea es la pareja de este tercer milenio bendito y prodigioso.
Se trata de un par de individuos interconectados a otros tantos
"pares" que figuran entre sus "contactos" del correo electrónico y del
Messenger. Es una pareja sobreviviente en un océano incesante de
"mensajes de texto, de voz, de videos". Son oleadas y hasta "tsunamis" de
datos que corren bidireccionalmente ocasionando estragos. Nadie, nunca
antes, se había visto sometido a tal cantidad de información desbordante.
Nuestra pareja contemporánea ya se acostumbró a sortear, salpicándose,
esta hemorragia de asedios virtuales. ¿Cómo, dónde y cuándo va a lograr
un oasis de intimidad esta pareja del siglo XXI? ¿Cuáles, entonces,
son las claves para subsistir a tanto ruido imperante, circundante, indiscriminado?
La pareja actual se ve obligada a aprender a comunicarse por
gestos privados, por señas cómplices, por guiños, mimos, caricias, miradas,
palabras encriptadas.
Es el nuevo lenguaje del amor que se abre paso entre la turbamulta
consuetudinaria del trabajo, estudio, vecinos, amigos, parientes y
responsabilidades. El ritmo de vida moderno nos ha venido sobrecargando
con un horario humanamente insostenible. Tenemos que aprender a
hacer una pausa y reflexionar; hacer una pausa para poder recobrar el aliento
e intentar reconocernos -a nosotros mismos- en el espejo…
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