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La gente me desencanta con su egoismo





EL EGOÍSMO

Los que me conocen saben lo raro que es para mí estar “bajoneado”. Pero, hay semanas en mi vida en que realmente mi decepción con los cristianos casi que me ahoga. El filosofo griego Diógenes decía “mientras más conozco al ser humano, mas quiero a mi perro” y yo debo decir que mientras más conozco al cristiano menos entiendo el amor de Dios por nosotros.
Permíteme contarte: En estos últimos  días he tenido la visita de tres mujeres cuyos esposos “cristianos” han decidido que tienen que ser felices, porque “eso es lo que Dios quiere” y por tanto, se fueron con otra persona, deseándole a sus esposas la mejor de las suertes y que consigan  a alguien que las pueda hacer felices.
Conozco a los tres esposos desde hace años, pero hace mucho tiempo que están en otras iglesias y en la conversación salieron tópicos que realmente me hicieron avergonzar de las tres cosas que soy y hago:
1.- Soy creyente.- Parece que hemos cambiado el servir a Dios por el ser servido por Dios. Estas nuevas doctrinas de “Dios te bendecirá  aquí y ahora”, nos están llevando a tener actitudes llenas de  hedonismo, que es la doctrina filosófica basada en la búsqueda del placer y la eliminación del dolor como objetivo de vida y sobre todo actitudes llenas de  egoísmo.
Nos hemos olvidado que el egoísmo es  la causa número uno de los conflictos, de las discusiones y la causa número uno de los divorcios, aún de la guerra. Nos estamos olvidando que la naturaleza humana es egoísta y que hay predicaciones que nos llevan a pensar en mí, como lo más importante. Ya no es solo la sociedad diciéndonos que él “yo” es lo más importante, ahora lo oímos en la iglesia y empezamos a ver sus consecuencias.
Nos hemos olvidado que nuestro líder, nuestro Señor y Salvador, nunca pensó en Él, pues si así hubiera sido hubiera rechazado la cruz. Nos olvidamos que enseñó a hacer abstracción del yo y a pensar en los demás, pero sobretodo en morir a nosotros para poder vivir para Él.
Ahora, ser creyente no significa ser una persona dispuesta al sacrificio por Dios y por los suyos sino, esperar que Dios me colme de bendiciones materiales y me proteja de cualquier mal.
Que tanto habremos avanzado en esta doctrina, que una de las personas traicionadas me dijo que Dios no le podía hacer esto a ella, porque simplemente no cuadra con esta nueva teología que ella, que es una “niña de los ojos de Dios”, pudiera pasar por el dolor de una traición.
Que vergüenza considerarme un creyente, cuando lo que vemos es una caricatura de cristiano.
2.- Soy hombre.- Ya no es ser hombre el luchar por ideales, el proteger a los suyos, el sacrificarse por su familia. Ahora ser hombre es aprovecharse de las mujeres, usarlas y cambiarlas cuando consideramos que no cumplen con nuestras expectativas.
Ahora somos personas que solo pensamos en nuestra comodidad, no hay nada por lo que valga la pena luchar, ni la injusticia social ni la política, ni siquiera vale la pena comprometerse con Cristo. Nos basta con barnizarnos de religiosidad y algo de ética y listo, de ahí, a pensar solo en mí.
3.- Soy Pastor.- Recibo y recibiré a personas a las que puedo ayudar siempre, no porque me sienta nada especial, sino porque como dijo Pablo: “Me es impuesta necesidad” y por eso no puedo concebir Pastores que no le dan cita a sus ovejas cuando estas les dicen que están a punto del divorcio.  Pastores que están demasiado ocupados en hacer iglesias grandes y “exitosas” sin tener el tiempo para aquellos que lo necesitan.
Que vergüenza pensar que no estoy preocupado de las necesidades más íntimas de mi congregación, sino de cómo puedo llenar mi iglesia y así ser famoso. Ahora nos interesa ser conocidos a nivel internacional y ya no contamos el éxito de nuestra gestión por la madurez cristiana de los miembros, sino por la cantidad de gente que va los domingos o lo que es peor, por la cantidad de plata que logramos.
Como será la crisis del pastorado que en una de las clases de mi masterado en Teología me hicieron leer un libro denominado “Pastores que abusan de sus congregaciones”. Hace 50 años ese título hubiera sido inconcebible.
Disto mucho de ser perfecto, de hecho, disto mucho de ser un ejemplo en ninguna de éstas categorías. Los más cercanos a mí te podrán decir la serie de errores que cometo y el dolor, sin intención, que  a veces he causado.  Pero, por lo menos tengo claro lo que debo ser y me esfuerzo por llegar allá, sin intentar utilizar a la gente.
Mientras he escrito este artículo que más que teológico sale de un corazón acongojado, he logrado empezar a salir de mi dolor, porque me di cuenta que mi Señor cuando se hizo humano decidió ser hombre, que creyó en Dios y se comportó como tal toda su vida, aunque eso lo llevo a la muerte y que se declaró “El Gran Pastor”.
Así que me voy a enfocar en su ejemplo y tratar de imitarlo lo mejor que pueda, intentando parecerme a los tantos hombres de Dios que hacen aún más de lo que es su deber, comprendiendo que El tiene el control de todo lo que pasa y que al final triunfará.
Solo me queda una pregunta:  ¿Cuándo el Señor venga, encontrará fe en la Tierra?

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