Los acosadores son personas que carecen de normas morales; que no dudan en eliminar a un posible competidor, el acosador también puede ser un individuo narcisista, con un profundo complejo de inferioridad; pero que, ante los demás, siempre está diciendo que vale mucho. Estos sujetos tienden a rodearse de personas mediocres o sumisas que confirman la idea que tienen de sí mismos. En realidad, suelen ser personas poco brillantes, muy hábiles en la manipulación de los otros, tanto para conseguir su colaboración anónima y silenciosa, como para maltratar. Son expertos en debilidades humanas, son auténticos psicópatas, carecen de empatía para ponerse en el lugar de otros. Su mente, funciona al revés, las lágrimas producen compasión; en ellos no. Los signos de debilidad son un detonante que acentúa su comportamiento agresivo, estos psicópatas intentan humillar, anular, y aniquilar a su víctima. Para lograrlo, no dudan en agredir verbal o físicamente e inventar todo tipo de rumores y calumnias. Así manipula a los demás y propicia el linchamiento público.
El acosador psicológico, mantiene hasta el último momento la convicción interna de no haber hecho nada malo, carece de habilidades emocionales, piensa que al destruir a su víctima puede asimilar de alguna forma sus competencias interpersonales.
L a Dra. Marie-France Hirigoyen, en su obra “El acoso moral”, proporciona una serie de características de las personalidades narcisistas que pueden ayudar a detectar un perseguidor u hostigador en el lugar de trabajo:
El sujeto tiene una idea grandiosa de su importancia personal
Tiene fantasías ilimitadas de éxito y de poder
Se considera especial y único
Tiene una necesidad excesiva de ser admirado
Piensa que la víctima le debe todo
Explota al otro en sus relaciones interpersonales
Es inmaduro emocionalmente
Carece de empatía (no se siente culpable) aunque pueden ser muy brillantes socialmente
Puede fingir que entiende los sentimientos de los demás
Tiene actitudes y comportamientos arrogantes
Se siente acomplejado respecto a la víctima
Se habla de rasgos paranoides, el perverso narcisista: son incapaces de ponerse en el lugar del otro, se centran en sí mismos pero buscan el apoyo de los demás, son insensibles, incapaces de deprimirse y de experimentar auténticos sentimientos de duelo o tristeza, en sus relaciones interpersonales ven al otro como a una amenaza, les falta humildad para enriquecerse y aprender de los demás. Viven atemorizados por las capacidades de las personas que los rodean.
Irresponsables y carentes de sentimiento de culpa: tienen dificultades para tomar decisiones en su vida diaria y necesitan que otras personas asuman esa responsabilidad, se defienden mediante mecanismos de negación de la realidad, le adjudican la culpa al otro, no tiene sentimiento de culpa pero es un maestro manipulando este sentimiento en los demás.
Mentira compulsiva y sistemática: en su máxima competencia. Suelen llevar una doble vida y rehacen su vida privada con facilidad porque se hacen pasar por víctimas, como en la profesional y social. Son impostores que fingen para dar imagen de buena persona. Se nota con claridad que mienten, pero sus mentiras son tan grandes y tan descaradas en público que las víctimas se suelen quedar paralizadas e incapaces de responder.
Megalomanía y discurso mesiánico: se colocan en posición de referencia del bien y del mal, tienen discurso moralizante, exhiben valores morales irreprochables, se presentan como personas religiosas o cívicas. Consiguen así dar una buena imagen de sí mismos, a la vez que denuncian la perversión humana. Suelen tener habilidad retórica pero su discurso es muy abstracto, no son capaces de ser concretos y cuando lo intentan pasan al extremo de los detalles insignificantes.
Encanto personal: entran en relación con los demás para seducirlos. Se les suele describir como encantadores, de ahí la reacción de asombro de su entorno cuando son descubiertos en su crimen. Esta capacidad de seducción está muy relacionada con su forma de mentir, suelen utilizar las historias de otros en las que se ponen a sí mismos como protagonistas sin la menor vergüenza.
Vampirismo y estilo de vida parasitario: siente una envidia muy intensa hacia los que parecen poseer cosas que ellos no poseen, sobre todo hacia los que gozan de la vida, son muy pesimistas y la vitalidad de los demás les señala sus propias carencias, para afirmarse tiene que destruir, compensa su déficit de autoestima con el rebajamiento de sus víctimas y la exaltación de sus supuestas cualidades. En la vida privada sus parejas suelen ser muy optimistas y se casan con personas de las que puedan vivir, intentan siempre buscar un alto estatus social aunque no lo consigan. Cuando hablan a menudo se refieren a personas de alto rango social con las que tienen relaciones, casi siempre sólo existen en su imaginación. En el trabajo consiguen que los demás les hagan el trabajo. Son incapaces de realizar tareas que otros harían sin la menor dificultad.
Paranoia: el perverso narcisista toma el poder mediante seducción, el paranoico por la fuerza. Los perversos narcisistas recurren a la fuerza física sólo cuando la seducción deja de ser eficaz. Cuando atacan los perversos pretenden protegerse, atacan antes de ser atacados.
La experiencia que adquiere en sus años de acoso le hace perfeccionar su técnica hasta convertirlo en un maestro de la inducción al suicidio, se les considera asesinos psíquicos en serie, el acosador moral es un muerto en vida que necesita la imagen de buena persona que los demás tienen de él para sobrevivir, en su obsesión por mantener esta imagen se enmascara, y da su responsabilidad a otros.
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