LA IRRUPCIÓN DE OTRA REALIDAD
Escribe Gustavo Fernández
www.alfilodelarealidad.com.ar
Este es apenas el tímido intento de acercar una reflexión que realizo al repasar mis treinta años de investigaciones en general, y en particular la repercusión que en los medios de comunicación y la opinión pública ha externalizado una “paranormalidad”. Seguramente, si alguien recoge el guante de profundizar el debate de este concepto deberemos fortalecer tal especulación con estadísticas y otra documentación, mas debe quedar en claro que esto no es el fruto de una divagación estéril ni siquiera intuitiva, sino que es una de las –pocas- certezas que uno adquiere después de tantos años consagrados febrilmente a develar estas incógnitas.
Planteémoslo así: es común decir que en los últimos años parece haber una apertura –dejando de lado los escépticos e ignorantes de siempre- a estas disciplinas, tanto por parte de los medios de comunicación como por parte de la gente común, cada vez más dispuesta no sólo a interiorizarse de ellos sino a relatar sus propias experiencias con lo paranormal. Treinta, veinte años atrás, la presencia de un ovnílogo o parapsicólogo –por citar sólo dos ejemplos- en un programa de televisión era un episodio asaz extraño. La aparición de un relato o una crónica en el periódico o una revista no sólo era esporádico sino motivo de colección; de hecho, muchos de nosotros nos iniciamos con abultadas carpetas de folios repletos de recortes. En consecuencia, el pulular de programas especializados en el éter y los espacios gráficos ha llevado a que la gente comente sus propias anécdotas con más libertad y menos temor al escarnio. Hasta aquí, la ecuación se construiría así: “La gente tiende a comentar más asiduamente sus historias porque públicamente (a través de los medios de comunicación) hay más apertura”.
Yo sostengo lo contrario: que los medios de comunicación le han dado más espacios a lo paranormal porque la gente habla cada vez más de sus experiencias, y lo hace, no ya por el “apoyo psicológico” de ver que en los medios de comunicación se les refleje –porque precisamente lo que postulo es que la “apertura” de estos medios viene después de años de comentar la gente sus experiencias- sino porque actualmente a la gente le suceden cosas extrañas mucho más frecuentemente que antes.
Partiendo del hecho que estoy razonando sobre conjuntos de individuos donde se ha estandarizado la cultura general, el nivel psicosocial, el grado de prejuicios e inhibiciones, la lógica indicaría que debería ser exactamente al revés. Cuanto más edad tenga el testigo, más probabilidades que le acaezcan hechos insólitos. Pero no. La realidad cuantitativa es exactamente a la inversa.
Estos tiene sólo dos posibles explicaciones: o en las últimas décadas “algo” le está sucediendo colectivamente a la Humanidad, quizás a nivel genético o arquetípico psicológicamente hablando, o “algo” está irrumpiendo en nuestra Realidad cotidiana proveniente de “otra parte”. Como si una realidad coexistente en un universo paralelo se estuviera “desparramando” dentro de éste, irrumpiendo en nuestro coexistir.
De pronto, esta lectura me permite enfocar de otra manera la cuestión de la “mutabilidad” del propio fenómeno OVNI en las últimas décadas. Pasa de ser genéricamente un fenómeno que ocurre “allá lejos” (campo, montañas, en el mar, en páramos solitarios) a estar cada vez más cerca de los grandes conglomerados urbanos y a modificar su apariencia, a un comportamiento y una apariencia cada vez más feérica, más mágica, más simbólica. Aún más; no sólo las apariciones se multiplican en números que desacreditan el posible origen extraterrestre y replantean el extradimensional, sino que adquiere otras máscaras: agrogramas, mensajes telepáticos a diestra y siniestra, apariciones élficas, abducciones, implantes, visitantes de dormitorio... así como de la existencia de una inteligencia (o inteligencias) común o comunes detrás de esta masa informe de fenómenos aparentemente divorciados unos de otros, o bien se trata de alguna entidad o entidades que está actuando –y modificando- genética o psicológicamente a nuestra humanidad o bien se trata de una entidad o entidades que desde algún lugar –tal vez esa dimensión paralela- irrumpe en ésta, nuestra Realidad, con sus herramientas de modificación que son, a fin de cuentas, esos mismos fenómenos.
Estaremos atentos.
Gustavo Fernández.
(Director de AFR)
Al Filo de la Realidad es una revista sobre Ovnis, Parapsicología y Ciencias Ocultas, gratuita por email.
Comentarios
Publicar un comentario