La mente como elaboradora de pensamientos es una herramienta útil y poderosa, pero también muy limitante cuando se adueña completamente del vivir, cuando uno no se das cuenta de que sólo es un pequeño aspecto de la conciencia que Soy.
Cada persona tiene su propio camino y cada camino es único. Desde el día en que llegamos a la existencia estamos en ese caminar. Viajamos a todo instante, en cada respiración, en cada inspiración, en cada expiración.
La sabiduría no es un producto del pensamiento. El conocer profundo, que es la sabiduría, surge en el simple acto de prestar toda tu atención a alguien o algo. La atención es la inteligencia primordial, la conciencia misma. Disuelve las barreras creadas por el pensamiento conceptual, lo que nos permite reconocer que nada existe en y por sí mismo. Une el perceptor con lo percibido en un campo de conciencia unificado. La sabiduría cura la separación.
El trabajo espiritual solo es posible si renacemos a la dimensión interna que cada uno lleva en él. En tal viaje, a ciertos momentos, nuestro camino cruza con el de otros Buscadores. Esos momentos son benditos! Nos permiten vernos como en un espejo y revelan aspectos secretos del camino, aspectos que poseemos y que salen a la luz al contacto con los amigos de la senda.
En ese ensanchamiento progresivo de la conciencia esta lo esencial. El camino interior es lo único necesario y valioso en esta vida y estamos aquí para realizarlo.
El resto, a de tomarse como algo contingente, como un residuo al borde del camino. Hay que obrar para conseguir una expansión de nuestra conciencia y esta tarea a de ser nuestra única razón de ser. Con el crecimiento de nuestra conciencia, aparece nuestra verdadera naturaleza, es entonces cuando podemos detectar la unificación interior.
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