Límites/Fronteras.
Los dependientes, como se ha dicho, tienen problemas de fronteras. Estoy de acuerdo. La mayoría de nosotros no tenemos fronteras. Las fronteras son límites que dicen: “Hasta aquí de lejos puedo llegar. Esto es lo que haré o no haré por ti. Esto es lo que no toleraré de ti”.
La mayoría de nosotros empezamos las relaciones con fronteras. Teníamos ciertas expectativas,
albergábamos ciertas ideas sobre lo que toleraríamos o no toleraríamos de esas personas. El alcoholismo y
otros trastornos compulsivos se ríen en la cara de los límites. Las enfermedades no sólo empujan nuestras
fronteras, sino que se las brincan rudamente. Cada vez que la enfermedad empuja nuestros limites o se los brinca nosotros cedemos. Corremos hacia atrás nuestras fronteras, le damos a la enfermedad más espacio para funcionar. A medida que la enfermedad prospera nosotros cedemos más, hasta que nos encontramos tolerando cosas que jurábamos que nunca toleraríamos y haciendo cosas que habíamos dicho que nunca haríamos.
Más tarde, este proceso de “incremento en la tolerancia” de conductas inapropiadas puede revertirse. Nos podemos volver totalmente intolerantes incluso de las conductas más humanas. Al principio, disculpamos la conducta impropia de una persona; hacia el final, no hay disculpa alguna. No sólo muchos de nosotros empezamos a tolerar conductas anormales, insanas e impropias, sino que damos un paso más allá: nos convencemos de la normalidad de estas conductas y de que nos las merecemos.
Podemos acostumbrarnos tanto al abuso verbal y a un trato irrespetuoso que ni siquiera reconocemos cuándo están sucediendo estas cosas. Pero muy profundamente en nuestro interior, una parte importante de nosotros lo sabe. Nuestros yo’s lo saben y nos lo dirán si los escuchamos.
En ocasiones vivir con problemas sutiles,tales como un alcohólico que no bebe, que no está en ningún programa de recuperación, puede ser más duro para nuestros yo’s que los problemas más ruidosos. Tenemos la sensación de que algo está mal. Empezamos a sentirnos como locos, pero no podemos entender por qué, pues no podemos identificar el problema.
Los dependientes necesitan de fronteras. Necesitamos establecer límites acerca de lo que haremos
a la gente y por la gente. Necesitamos establecer límites acerca de lo que le permitiremos a la gente que haga por nosotros y a nosotros. La gente con la cual nos relacionamos necesita saber que tenemos límites.
Los ayudará a ellos y a nosotros. No sugiero que nos volvamos tiranos. También me opongo a la inflexibilidad absoluta, pero podemos comprender nuestros límites. A medida que vayamos creciendo y cambiando, es posible que también queramos cambiar nuestros límites. He aquí algunos problemas de límites que son comunes en los codependientes en recuperación:
.. No permitiré a nadie que abuse de mí física o verbal mente.
.. No creeré en mentiras ni las apoyaré a sabiendas.
.. No permitiré en mi casa el consumo de productos químicos.
.. No permitiré en mi casa la conducta criminal.
.. No rescataré a la gente de las consecuencias de su abuso del alcohol ni de ninguna conducta
irresponsable.
.. No financiaré el alcoholismo de otra persona ni ninguna otra conducta irresponsable.
.. No mentiré para protegerte a ti ni para protegerme a mí de tu alcoholismo.
.. No usaré mi casa como un centro de desintoxicación para alcohólicos en recuperación.
.. Si tú quieres actuar como loco, es tu problema, pero no puedes hacerlo enfrente de mí. O te
marchas o yo me voy.
.. Puedes echar a perder tus diversiones, tu día, tu vida, —eso es asunto tuyo— pero no dejaré que
eches a perder mi diversión, mi día o mi vida.
Fijemos límites, pero estemos seguros que estos sean nuestros límites. Las cosas de las que estamos hartos,
las que no soportamos, y acerca de las cuales amenazamos, pueden darnos la pista acerca de algunos de los límites que necesitamos establecer. También pueden darnos la pista sobre cambios que necesitamos hacer dentro de nosotros mismos. Digamos lo que queremos, y queramos decir lo que decimos. Quizá la gente se enoje con nosotros porque hemos fijado nuestros límites; ya no nos seguirá usando. Puede tratar de ayudarnos a hacernos sentir culpables para que movamos nuestros límites y regresemos al antiguo sistema de dejar que nos usen o abusen de nosotros. No te sientas culpable y no te eches para atrás. Podemos ceñirnos a nuestros límites y hacerlos respetar. Seamos consistentes. Probablemente se nos pruebe más de una vez en cada límite que establezcamos. La gente hace eso para ver si va en serio, especialmente si no hemos querido decir lo que hemos dicho en el pasado. Como codependientes, hemos hecho muchas amenazas vanas. Hemos perdido nuestra credibilidad, y luego nos preguntamos por qué la gente no nos toma en serio.
Digámosle a la gente cuáles son nuestros límites, una sola vez, calmadamente, en paz. Vigilemos nuestro nivel de tolerancia, de manera que el péndulo no se cargue demasiado lejos hacia ninguno de los dos extremos. Algunos codependientes, particularmente los que nos encontramos en las etapas finales de una relación con un alcohólico, podemos descubrir que nos es difícil fijar y hacer respetar nuestros límites con los niños, lo mismo que con los adultos con problemas en nuestras vidas.
Para fijar nuestros límites necesitamos tomarnos tiempo y pensar; hacerlos respetar requiere de energía y consistencia. Pero los límites valen la pena todo el tiempo, la energía y el pensar que se requieran para fijarlos y hacerlos respetar. A fin de cuentas, nos brindarán más tiempo y energía.
¿Qué son nuestros límites? ¿Qué fronteras necesitamos establecer?
¡¡¡ Respondamos estas interrogantes !!!
Comentarios
Publicar un comentario