Todo ser humano es un caminante y un buscador, estar en la Tierra es como estar en una escuela donde la materia principal es la evolución, la autorrealización; conocerse y transformarse a sí mismo, despertar a una mayor consciencia; vivenciar y experimentar el mundo como algo infinito, misterioso, multidimensional, mágico y libre.
El camino del espíritu es individual y es interno, se trabaja en silencio sobre sí mismo y no se requiere de una manifestación externa y visible hacía los demás del interés personal por crecer internamente; por ello más que ropa blanca o de cualquier otro color se requiere mejor purificar la mente, los sentimientos; actuar con integridad.
Más que talismanes, amuletos, símbolos de grados y demás protecciones externas, etc., se requiere cultivar una protectora actitud mental positiva.
Más que hermanos necesitamos amigos y compañeros en el camino de la autorrealización.
No solo debemos considerar "hermano" el que esta iniciado en el mismo Grupo, Logia, Escuela u Orden, al cual pertenezcamos.
Como el camino iniciático es la vida cotidiana misma, no existen profanos, todos vamos y estamos en el mismo camino de la evolución consciente o inconscientemente; todos somos hermanos simple y sencillamente por ser humanos, por haber emanado de la misma fuente primigenia de vida y consciencia.
Somos nosotros mismos los seres humanos, quienes por el ego de sentirnos superiores hemos creado barreras artificiales al separarnos en credos, países, ideologías, razas, niveles sociales, religiones, etc., hoy ya debemos recuperar la consciencia de la unidad perdida; lo que separa es falso, lo que une es verdad.
Recuerda como se saludaban entre sí nuestros abuelos Mayas: In Lakech, A Laken, "Yo Soy tu otro tú, tú eres mi otro yo". Es decir, todos somos uno.
Las diferentes formas que ves, son los mil rostros bajo el cual se oculta una sola realidad común, una misma esencia, la energía Divina o Luz ilimitada.
El guerrero del espíritu, el caminante de los senderos hacia la luz y la sabiduría se funde con la gente de su tiempo, se camuflajea como los demás, su estrategia de lucha interna o trabajo sobre sí mismo es no alimentar o inflar su ego, así evita todo aquello que lo haga sentirse o verse como alguien "especial", diferente, único o que llame la atención de los demás; no es por ni por su forma de vestir, hablar, corte de cabello o por las cosas que se pone como se le reconoce; sino por su actitud y animo ante las circunstancias de la vida, por lo que piensa y más aun por lo que hace (por sus frutos les conoceréis); es coherente con lo que dice, tiene unidad interna, piensa, siente y actúa en consecuencia y congruencia, si enseña es con el ejemplo, si habla de algo es porque ya lo ha experimentado, transmite lo que ha aprendido con sencillez y amor, sin preferencias ni dobles intenciones.
No intenta convencer a nadie de nada, demostrar lo que sabe, ganar seguidores o polémicas, siempre se mantiene centrado, sereno ante cualquier circunstancia, sin apegos o fijaciones, fluye, vive lo que le toca en armonía con las cambiantes circunstancias; no lucha pero vence, más allá del bien y del mal, se establece en el centro de su ser.
Comprende que todo es relativo y evolutivo, por eso no se apega a sus ideas y creencias actuales sabe que en cada etapa de su desarrollo vera las cosas de una manera diferente y cada vez con mayor amplitud y claridad, el caminante esta en constante cambio o mutación igual que la naturaleza, sabe que al final (que verdaderamente no hay final) del camino esta la verdad y la unidad.
Y que solo al alcanzar ese estado se hará consciente y comprenderá que siempre había estado en ella, sin saberlo; dormido a esa realidad.
Sabe que el camino es personal, que nadie da pasos por él y que desde la cima de la pirámide o montaña interior se ve que a esa meta se podía llegar por múltiples caminos de ascenso todos igualmente validos, aunque puedan tener diferente ruta, dirección o velocidad. Pero donde cada caminante de una manera perfecta asciende a la meta por el (su) camino que le corresponde transitar.
Asimila que las cosas son perfectas tal cual son, que hay una justicia y sabiduría perfecta en todo cuanto ocurre, independientemente de que si él así lo percibe y reconoce que al mundo lo ve como una proyección de su estado interior, que el mundo que debe cambiar es el suyo propio interno, pues como dijo Buda: "Para el puro todo es puro, para el impuro todo es impuro", Lao Tse dijo: "El que vence a los demás es fuerte, el que se vence a sí mismo es poderoso", Jesús dijo: "Antes de ver la paja en el ojo ajeno, quita la viga que tienes en el propio".
Es decir, que si algo vemos mal, (la proyección al exterior de un aspecto inconsciente de nuestro interior) esa es una clara señal de que debemos iniciar un cambio, revolución, o transmutación en nuestra propia forma de pensar, sentir y actuar; hasta llegar a vivenciar y experimentar que todo es sagrado en su naturaleza intrínseca, pero que en un estado de sueño o ilusión, atrapados en el mundo de la materia y por la incompleta percepción de la realidad que nos dan nuestros sentidos físicos, esa realidad se distorsiona captándola deformada, mal, injusta, negativa.
Dividir el mundo y sus eventos en buenos y malos, es vivir en la ilusión, vivir en la dualidad; el verdadero pecado original es percibir el mundo fragmentado y múltiple, no hay tal bien y mal, todo depende de la perspectiva; las cosas son buenas o malas solo desde nuestro enfoque y ello debido a la programación que recibimos a través de la educación, cultura, religión, época, lugar, circunstancia, preferencia, etc., vemos al mundo como nos enseñaron a percibirlo; de allí que Gurdjieff haya dicho que solo existen el bien y el mal objetivos para quien tiene una meta objetiva y la única meta verdaderamente objetiva para cualquier habitante de este planeta - escuela es que se vino a evolucionar, a desarrollarse, realizarse, iluminarse, despertarse, transformarse.
Bien y mal son subjetivos, ilusorios, lo que es bueno aquí es malo allá, lo que es bueno ahora fue malo antes o lo será después, su relatividad depende de tiempo y lugar, sin embargo sí existen objetivamente el bien y el mal, pero solo en relación a una meta trascendente, siendo esta la autorrealización humana, el crecimiento en consciencia interna. Es entonces que el verdadero mal es todo aquello que nos impida evolucionar, como defectos, vicios, debilidades, rutinas, apegos, instintos, complejos, bloqueos, ego, importancia personal, etc., esos son nuestros espejismos, nuestro mal personal; mientras que todo aquello que nos ayuda a despertar, a liberarnos de todo lo mencionado antes, eso es el bien.
Como por ejemplo: saber dar y recibir, observarse a sí mismo, perdonar, aceptar las circunstancias de la vida como se presenten, o enfrentarlas si así se decide pero con estrategia y consciencia del cuando y como hacerlo, aprovechando el mejor momento; también el ser sencillos, naturales, espontáneos, flexibles, seguir siempre adelante y aceptar la sabiduría de la forma o fuente que venga, aprender de todo y de todos, buscar de y con el corazón hacer contacto con los guardianes y depositarios de la Sabiduría Tradicional a la cual pertenecemos por derecho de nacimiento; llevar en la vida alguna disciplina de desarrollo interior, etc.
El Caminante sabe que nació y vive en el lugar preciso, en el tiempo exacto donde se conjugan los factores más propicios a su evolución, por ello busca sin que parezca buscar, espera sin impaciencia, sabe que lo que en verdad necesita está muy cerca, aquí y ahora; y no en el pasado, el futuro o el más allá, etc., los viajes que emprende en la búsqueda de la verdad son hacia su interior, y si hace un peregrinaje de búsqueda en el mundo exterior, simultáneamente lo hace en su mundo interior.
Aquí y ahora es su centro de atención, el caminante se siente universal, planetario, cósmico, por ello en libertad puede participar en cualquier grupo o grupos pero sin apegos ni dependencias; no se siente ni salvador, ni salvado; sino solo parte de un gran proceso, una pieza más del plan cósmico.
Trasciende todas las fronteras, sin sentirse ni oriental, ni occidental, ni del Norte, ni del Sur; no acepta etiquetas ni clasificaciones; como ser es mágico, libre, misterioso, infinito y eterno, todo lo que se diga de él es solo un punto de referencia; sin rutinas y libre, actúa dejándose llevar o guiar por su sentir y su intuición, nada le ata ni él se ata a nada, disfruta de la amistad, goza los encuentros, pero sabe que en realidad nada es suyo, nada le pertenece y por ello agradece ese regalo milagroso, ese encuentro, esa amistad u objeto que la vida le ofrece y ante las cosas que llegan y se van, él se mantiene igual, en el Tao, en el Pilar de en medio, en el punto de quietud, en el centro de la rueda, en el camino de la flecha, recorriendo el filo de la navaja, en el justo medio; siguiendo las enseñanzas que la Tradición nos ha dado a través de Cristo, Buda, Krishna, Lao Tse, Quetzalcoatl, Zoroastro, Mahoma, Moisés.
Evita los extremos, fluyendo. Comprendiendo que alegría y dolor, bien y mal, halago y humillación son los frutos prohibidos de la dualidad (comer del árbol de la ciencia del bien y del mal), caer en la ilusión, o salir expulsado del edén y perder la inocencia de vivir integrado armónicamente con la unidad primigenia.
El Caminante que todos somos, busca una síntesis, una visión global, holística; descubre que en esencia todo es lo mismo, que todos los grupos y tradiciones buscan la misma meta, difiriendo solo en técnicas, métodos, apreciación, acercamiento, nomenclatura, énfasis, dinámica; los nombres cambian pero se refieren al mismo hecho, cambian las personas pero el objetivo es el mismo, cambian los símbolos pero la realidad representada no y así en un momento dado al caminante ya no le interesa perder tiempo y energía criticando a los demás, a sus Maestros, enseñanzas y practicas, el tiempo es muy corto y cada día es un regalo y una nueva oportunidad para dar otro paso más adelante, subir otro escalón.
Comprende que en el camino evolutivo hay seres que van unos detrás y otros adelante de él, por eso enseña (a quienes le siguen) y aprende (de quienes van adelante), es Maestro y Discípulo, pero antes que nada es un hermano para todos, pues él se ubica en el centro de la escala.
El Caminante busca la Tradición generada en el lugar donde nació o vive, la línea de desarrollo adecuada a la circunstancia de tiempo y lugar, sabe que las tradiciones o líneas de enseñanza para el crecimiento interno se desarrollan como fruto natural y optimo para cada lugar y que lo que es aconsejable en un tiempo y lugar es desaconsejable en otra y diferente circunstancia, así poco a poco despierta a la comprensión de que todo lo que necesite para despertar y crecer internamente está a su alcance, a la mano, cerca; que solo debe estar alerta, atento, sensible, intuir las señales, oír el llamado y seguirlo.
Finalmente todo viene de lo alto, del Gran Misterio, así que no busca adquirir poderes o facultades que le atén, avanza aceptando por igual lo conocido y lo desconocido, lo cotidiano y lo mágico, reconoce que el universo es multidimensional, que él es un misterio incluso para si mismo, que no se conoce totalmente y así se acepta a sí mismo y a los demás tal cual son.
El Universo tiene múltiples dimensiones o aspectos de la realidad, el Hombre es una incógnita incluso para sí mismo, es más lo que no sabe que lo que sabe sobre sí mismo y su reto es avanzar en esa dirección hacia el Gran Misterio, rompiendo moldes y esquemas preestablecidos, avanzando a lo indefinible.
Los seres tienden a querer continuar la Tradición o Filosofía que siguieron en vidas anteriores, es aquello con lo cual se identifican y hasta cierto punto están más apegados, de allí la dificultad de vivir el aquí y el ahora, la nueva experiencia y circunstancia que les toca vivir hoy.
Queremos seguir siendo Yoguis, Qabalístas, Danzantes indígenas, Monjes, Mayas, Egipcios, Hindúes, Judíos, Taoístas, etc., etc., y no hay nada de malo en ello, podemos ser y hacer lo que queramos pero sin apegos ni dogmas, en libertad y con respeto, pero también comprendiendo las nuevas circunstancias.
Todo evoluciona y necesitamos una nueva visión de las antiguas tradiciones, adecuarlas al aquí y al ahora; las circunstancias cambian y un ritual o disciplina efectivos hace miles o cientos de años cuando las energías de la Tierra, el Universo y la Naturaleza tenían otro nivel, puede ya necesitar una actualización, la Tierra que es un ser también evoluciona, su vibración y energía cambia, su relación con el Universo muta o se transforma constantemente y por ello las técnicas para armonizarse con el entorno van quedando desfasadas, fosilizadas, ya tan solo útiles para unas gentes (retrasadas en el camino evolutivo) pero no para otras; de allí que de tiempo en tiempo, cíclicamente seres especiales encarnan para dar las nuevas directrices, surgen nuevas ramas de sabiduría que se alimentan de las mismas antiguas raíces, son los nuevos enfoques de trabajo, los más adecuados a las nuevas circunstancias cósmicas y terrestres; el Hombre es un enlace o canal entre lo alto y lo bajo, entre el Padre Cielo y la Madre Tierra o entre el espíritu (lo interno) y la materia (lo externo), somos el punto intermedio o canal de enlace, pero Tierra y Universo cambian sus relaciones y por ello las formas de canalizar ambas energías también cambian, hoy día estamos en tiempos de transición, nuevas formas actualizadas de Yoga, Qabalah, Astrología, Meditación, Oración, Sicología, Filosofía, Arte, Ciencia, Religión, etc., se requieren.
En esta Nueva Era todo tiende a simplificarse y a sintetizarse, las nuevas vías de desarrollo del Ser tendrán muchos puntos comunes, las tradiciones se acercan y unifican, una corriente fresca de Sabiduría emana hoy del manantial original, un agua viva, nutricia, pura, refrescante; en otros tiempos cíclicamente esto ya ha sucedido pero después esa agua de sabiduría se enturbia y estanca, cumpliendo ya su función de apagar la sed de autorrealización a medias, esa es la ley natural, nacer, crecer, alcanzar un desarrollo optimo, degenerar y morir, eso le pasa por igual a los individuos, las naciones, religiones, ordenes iniciáticas, tradiciones, grupos, etc., es a veces ya tan solo el apego o fanatismo lo que nos mantiene unidos a una tradición muerta y deformada, pensando y creyendo que fuera de eso no hay nada más y así nos quedamos en la misma etapa más tiempo del necesario.
Pero el Camino Iniciático, el Sendero de retorno a la Luz, esta en todas partes a donde vayamos o estemos, pues no esta separado de la vida diaria, el Tao es aquí y ahora, tu misión personal o Dharma son tu trabajo, tu familia, tu actividad, tus amigos, tu circulo inmediato.
En tu vida diaria haz todo lo mejor posible y sin apegos, sirve, da, exígete a ti mismo ser mejor en todo lo que haces, impecable y libre al actuar, atento, consciente y sensible; aprende a dar y recibir, a no sentirte ni más ni menos que los demás, a progresar sin obsesión, a ser feliz con lo que tienes en vez de infeliz por lo que no tienes, a aceptar la vida sin ser conformista, a buscar el equilibrio entre espíritu y materia, que en esencia son una y la misma cosa; a evolucionar internamente y a progresar externamente; con una actitud fluida, espontánea.
Da tu mejor esfuerzo siempre y acepta el resultado, pero si las cosas no salen como lo esperabas ignóralo e inténtalo de nuevo, sin queja, ni autocompasión, igual que un niño que aprendiendo a caminar se cae muchas veces y continua intentándolo una y otra vez.
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