Dicen que el cerebro aprende por contrastes: blanco/negro, bajo/alto, lindo/feo, bueno/malo. Es posible entonces que tengamos límites para aprender y que ellos sean polarizados y extremos. Desde allí no pareciera ser clara la infinita cantidad de posibilidades entre los extremos porque con el tiempo y según los pareceres, pareciera, que sólo hay dos posibilidades o el lindo o el feo. Todo lo que no es una cosa, entonces es la otra. Si es buena madre no es mala madre. Con el agravante que por un solo acto, puedes perder la corona de la buena y pasas a integrar plenamente el bando contrario. En un segundo y sin reparo te inunda la condena.
Aprendemos y aplicamos los aprendizajes a las cosas, a las personas, a los animales y así, a todo lo que existe, y de esos parámetros tampoco escapamos nosotros. Aplicamos hacia delante eso que viene aprendido desde atrás. ¿Pero quién repara y comunica lo que se aprende en el aquí y ahora? Solo los grandes maestros.
¿Eres capaz de imaginar por un instante como se vería todo lo que te rodea sin atributos que excluyan?
Por ejemplo, los colores tienen vibraciones diferentes, frecuencias diferentes, aplicaciones diferentes, usos diferentes, efectos diferentes y variaciones en sí mismos de intensidad, luz o brillo diferentes. Serán buenos para unas cosas o malos para otras, mejores o peores según el caso. A ese Servir y conjugarse en el todo con todas las posibilidades podríamos llamarlo solamente “atributos”.
Afirmar que un color sea ser bueno o malo, lindo o feo, no habla del color si no de ti. Un color nunca será susceptible al miedo a ser aceptado o rechazado si no “cumple” con ciertas reglas que él mismo nunca ha creado. Eso solo te sucede a ti porque tienes conciencia de juicio y valor.
¿Podrías imaginar solo SER e interactuar con todo lo que te rodea “sin” el malo, el bueno, muy bueno u óptimo? Aquél que vive pendiente del juicio solo puede “reaccionar condicionado” a lo que le sucede.
La polaridad vivida como opuestos nunca puede dar una sensación de vida sin dualidad, sin la exclusión, la separación y la discriminación.
El juicio no da espacios a la libertad ajena ni a la propia ya que la libertad es ¡libre!
La libertad es el estado al que todos aspiramos y pretendemos llegar. Solo llegaremos a ella sin los prejuicios morales, éticos, religiosos o de cualquier clase. ¡Misión Imposible, parte 8!
Aquellos que sentimos la vida en todo lo que vive, vivimos la polaridad como complementaria y no de manera excluyente. Como por ejemplo el principio femenino y masculino de la creación. La creación no podría excluir a ninguno de estos dos polos, y sería vano darle características de bueno o malo, de superior o inferior a alguno de ellos.
Salir de los extremos que a la larga se convierten solo en dos opciones, es la tarea. Los orientales lo llaman el camino del centro. Es como ni uno (a la derecha) ni otro (a la izquierda) sino a la “derechaizquierda” y más allá, ya que el mundo contempla esas dos posibilidades y las trasciende.
Busca la integración de los opuestos en tu interior y verás que la mente se quiebra en el intento, porque ella nunca supo, ni sabrá, como se hace eso.Aquello escapa a nuestro entendimiento, por eso, crece en la comprensión.
Tarea: Fluir en la alternativa y ésta se presenta cuando hay como mínimo tres opciones. Podrías intentar por ejemplo: ni moral, ni inmoral solo amoral; ni político, ni apolítico solo a partidario; ni ateo ni religioso solo espiritual, solo aceptación de lo que ES. No juzgues, no evalúes, no impongas.
Responde ¿Cómo es lo que sucede? Comprende todo lo que sucede desde la percepción libre de prejuicios, desde una mente sin memoria, porque así somos internamente nosotros. A lo mejor somos como El Creador que ha creado en libertad, que acepta, que no castiga, a quién no hay que temer porque sería imposible herir u ofender. Nos ha creado y dado la libertad en espacios de infinita aceptación que traen aparejados una exquisita transformación porque dan el valor para SER. Pudiendo reconocerme y expresarme sin la sentencia, rótulo o etiquetas de nadie. Los pareceres del prójimo generalmente no han trascendido los juicios y en su incapacidad de reconocer que el camino es libre, continúan multiplicándose con la herencia de imponer el límite que proporciona la ignorancia y la desconfianza del ego controlador, excluyente y separatista.
Comienza liberándote del parecer propio como el “a mí me parece” o el “yo creo”. Ese es el paso, la vía libre, para que el SER interno, SEA.
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