Pasear por la creación con los sentidos despiertos es una manera de experimentar quietud en la naturaleza dice Anselm Grun, enseñándonos que hay otras formas de encontrar sosiego en ella. Muchas personas ya tienen su rincón preferido en la naturaleza, en el parque o debajo de un árbol con el cual se identifican para contemplar el paisaje.
Algunos lugares desbordan una profunda paz interior. Cuando se acude a su lugar favorito se siente una profunda paz interior que

En ocasiones son lugares energéticos que hacen bien a las personas que lo visitan. Irradian algo muy determinado. No sabemos a qué se debe, pero son lugares que nos interpelan directamente, que nos transmiten la sensación de estar rodeados de algo más pode
En el bosque
Desde tiempos inmemoriales, el bosque ha influido de forma distintiva en las personas. El bosque nos infunde la sensación de estar protegidos. En los sueños, representa el inconsciente. Cuando nos hallam

Lo que cada cual experimente en su lugar de quietud depende de las vive


El agua
Para otros, lo relajante es sentarse a la orilla de un lago, de un río, en la playa del mar. Allí podemos pasar horas sentados escuchando

Contemplar el movimiento del agua, el sonido que provoca, enseguida nos vien
El agua es fascinante porque es blanda, flexible y tolerante. No tiene aristas pronunciadas. Por eso es un elemento de
reconciliación. Aquí deviene literalmente tangible, al menos como sueño, lo que con tanta vehemencia se desea: la destrucción de los muros que nos separan de los demás. Una mirada al lago, al mar es una mirada a los lejanos horizontes de una fraternidad sin reservas. También podemos asociar con un sentimiento de buscar la profunda soledad. Eso podemos experimentar al ir a un solitario lago enclavado en las altas montañas, cuyos caminos de acceso sean difíciles para llegar. Así solos con el lago nos vendrán pensamientos en el que estamos siendo observados por un inquietante ojo de la naturaleza. Así viviremos junto a ese lago solitario nuestras propias experiencias y entraremos en contacto con la propia alma. El lago nos mira y nos hace abrir los ojos para que nos asomemos a la profundidad de nuestro ser y descubrir allí la esencia de nuestra alma. Es un idilio entre el lago y nosotros. Igualmente el mar ejerce en las personas una fascinación singular.
Podemos permanecer horas y horas sentados a la orilla sin cansarnos de contemplar la extensión y la fuerza del mar, en especial cuando hay tormentas las olas se levantan y luego rompen, produciéndose un espectáculo sublime al ver como el agua se agita, transmitiéndonos energías fabulosas. También al caminar por la playa y exponernos a los bramidos del mar, nos resulta relajante y sanador ya que somos participes de la infinitud.
Pero no solo el lago o el mar tienen un distintivo poder de fascinación, sino t
ambién el río. Cuando contemplamos el fluir del río, nos vienen a la mente ideas diversas, todo se relativiza, todo fluye, no podemos retener nada e igualmente los problemas se relativizan. Ante nuestros ojos continúa fluyendo y desvaneciéndose y cobramos conciencia de que el río que estamos contemplando lleva milenios fluyendo. Vemos su historia y como ha sobrevivido a ella. Fluye y fluye, sin embargo mantiene su misma personalidad, es el mismo, aunque sus aguas están en constante cambio, y eso nos deja una lección mostrándonos el misterio de nuestras vidas, de mi historia, ya que seguirá existiendo cuando muramos. Pero también es una promesa de que él nos impulsa hacia la meta, ya que pese a todos los obstáculos que encuentra llega a su meta, que es entregar generosamente su agua al mar. El fluir del río tiene en sí algo tranquilizador. Sosiega los sentimientos agitados. Alcanzamos la quie
tud y el flujo de las aguas que arrastran todo el lastre nos hace pensar que debemos arrancar de nosotros todos los problemas, pesares, inquietudes y sufrimientos para que el agua del olvido se lleve y así quedar purificados y ser amados incondicionalmente y así poder regresar a casa refrescados, depurados, renovados como el agua que fluye sin receso. En la próxima entrega continuaremos con contemplación en la montaña, en los desiertos y el vivir la experiencia de la quietud…

Podemos permanecer horas y horas sentados a la orilla sin cansarnos de contemplar la extensión y la fuerza del mar, en especial cuando hay tormentas las olas se levantan y luego rompen, produciéndose un espectáculo sublime al ver como el agua se agita, transmitiéndonos energías fabulosas. También al caminar por la playa y exponernos a los bramidos del mar, nos resulta relajante y sanador ya que somos participes de la infinitud.
Pero no solo el lago o el mar tienen un distintivo poder de fascinación, sino t


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