¿Qué es La Reconexión?
¿Sería correcto definirla como “volver a sintonizarnos para poder vibrar con una frecuencia que transmite información espiritual”?
–Sí, es una definición correcta.
Si necesitamos reconectarnos es porque, supuestamente, estamos ‘desconectados’. ¿En qué momento sucedió? –Muchas culturas hablan de un tiempo en el que éramos seres más completos pero, en un momento dado, nos separamos de la totalidad. Nuestro aprendizaje en esta tierra consiste en volver a alcanzar ese estado. También creo que tenemos, de algún modo, un recuerdo de lo que fuimos, y eso es lo que nos guía a volver hacia allí. Hay personas que no comprenden este concepto y me dicen: “yo nunca perdí mi conexión”, pero yo contesto que no es una cosa individual sino que se trata de toda la humanidad. El ser humano sufrió esta separación y no fue un accidente sino que, según yo lo entiendo, fue diseñada para que pudiéramos crecer y aprender, mientras buscamos nuestro camino de vuelta a casa. –Según su libro, “nuestro derecho básico es estar en comunión directa con Dios/Amor/Universo”, y menciona Shangri-La o la Atlántida…–En mi libro, yo utilicé la Atlántida o Shangri-La como ejemplos. Todas las culturas han hablado de una época antigua mucho más perfecta, en la que no había guerras, enfermedades o sufrimientos. Yo he tomado ese concepto porque, de hecho, creo que, hoy en día, estamos en un proceso de reconexión. Yo no quería poner un nombre a este trabajo, pero eso molestaba a mucha gente, que pedía un apelativo para el mismo.
Cuando comencé a enseñarlo, empezaron a ponerle diferentes nombres: ‘Curación de Alta Frecuencia’, ‘Nuevas Técnicas de Sanación Pearl’, ‘Altas Frecuencias de Eric Pearl’. Yo no quería ponerle un nombre porque eso suponía limitarlo, pero empezó a ser problemático porque en cada lugar lo llamaban de una manera diferente. Y, finalmente, decidí que tenía que hacerlo. Como cuento en el libro, hubo una época en la que mis pacientes perdían la conciencia y repetían las mismas seis frases. Mirando dichas frases, me di cuenta de que la tercera y la cuarta decían: “lo que estás haciendo es reconectar las hebras”, “lo que estás haciendo es reconectar las cuerdas”, por lo que pensé: “de momento, hasta que encuentre un nombre mejor, lo llamaré ‘Sanación Reconectiva’ y ‘La Reconexión’. El nombre atrajo a mucha gente, lo que hizo que me diera cuenta de lo importante que eran las seis frases canalizadas. Actualmente, confío en que el nombre indica que lo que estamos haciendo es reconectarnos con algo que originalmente teníamos.
–¿Cree que este cambio se está produciendo ahora? ¿Tardará mucho tiempo en llevarse a cabo?
–Sí, el cambio se está produciendo ahora, pero no estoy seguro de cuánto tiempo tardará. Hay muchas cosas que no sé. Lo único que sé es que, un día, una luz de mi habitación se encendió sola. Sé que cuando me levanté había una puerta abierta en mi casa. Y sé que eso sucedía al menos dos veces a la semana, tanto cuando estaba en casa como cuando estaba en otro lugar. Sé que, el día después de que pasara esto, siete pacientes dijeron que podían sentir mis manos, sé que en mis manos salieron ampollas y sangraron. Sé que nunca me había sucedido esto antes. Sé que algunos de mis pacientes empezaron a sanarse y sé que algunos de ellos, que no se conocían ni habían tenido estas experiencias antes, empezaron a canalizar las mismas seis frases exactas. Lo que tengo claro es que ha sucedido algo diferente y único y que no ha sido arbitrario sino que hay una razón para ello. También sé que debo transmitir este conocimiento y averiguar más y más sobre él. Transmitirlo y enseñarlo a otros hace que aprenda más y, así, puedo enseñarlo mejor para que todos podamos alcanzar un nivel de conciencia y una comprensión sobre el tema.
“Yo no tengo todas las respuestas, pero lo que está claro es que, una vez que decimos que sabemos las respuestas, dejamos de aprender. El hecho es que, actualmente, existe un nuevo abanico de preguntas por explorar, que elevarán lo que somos y nuestra habilidad para comprender las cosas. Hoy en día, muchos investigadores estudian el potencial de un sistema de ADN de doce hebras. ¿Por qué? Lo miras en el microscopio y no lo ves. Pero hace doscientos años tampoco se veían los rayos ultravioletas o los infrarrojos. ¿Qué es lo que les está guiando? Algunos científicos exploran caminos nuevos. Yo creo que nos estamos moviendo hacia una existencia multidimensional y estamos adquiriendo nueva información y nuevas verdades del Universo. Yo sé que, en 1993, tenía una tercera hebra de ADN. Sabía, por mis estudios, que tenemos dos hebras de ADN pero, cuando me lo preguntaron, yo respondí que tenía tres, pero que existían doce hebras de ADN. Sé que mi boca nunca habría dicho nada que no hubiera oído o pensado antes; por lo tanto, supe que algo estaba pasando. ¿Significa eso que estamos alcanzando una tercera hebra y que tardaremos mucho tiempo en alcanzar las doce, o significa que será una evolución más rápida y que estamos a punto de alcanzar las doce hebras, o que sucederá en el año 2012, como decían los mayas?
–El 2012… ¿Cuál es su opinión respecto a esta mítica fecha?
–Dicen que 2012 podría ser el fin del mundo. Yo no creo que vaya a ser el fin del mundo, pero sí el final del mundo tal como lo conocemos hoy. Creo que, para entonces, habrá habido un alto nivel de cambio; algo habrá pasado que ahora aún no podemos entender, pero que hará que cuando miremos atrás nos sorprendamos de cómo éramos y de cómo somos. Cada vez hay más gente que piensa sobre estos temas; está teniendo lugar algún tipo de evolución y todos seremos capaces de ir comprendiéndola progresivamente. Puede que se trate de nuestra evolución hacia una existencia multidimensional. –Usted afirma que estamos en un momento de cambio en el que existe una oportunidad excepcional para remodelar colectivamente la expresión de la conciencia humana. Es cierto que cada vez hay más gente interesada en la búsqueda espiritual pero también hay una tendencia opuesta, materialista y consumista. ¿Cómo cree que terminará este proceso? ¿Es suficientemente fuerte la primera tendencia como para predominar sobre la segunda? –Una persona va donde va su atención. Si tu atención está en otras personas y en lo que hacen, no te focalizas en tu propia evolución. Cuando nos enfocamos en nuestro propio cambio, nos convertimos en espejos donde los otros pueden mirarse. Así, existen dos opciones: convertirnos en un reflejo del mundo que tenemos alrededor o convertirnos en la luz o el espejo desde el que otras personas pueden empezar a mirarse a sí mismas. Es nuestra decisión. Es como las personas que abrazan a los árboles para curar la tierra; muchas de ellas lo hacen para evitar la interacción con otras personas. Sin embargo, es la interacción entre los seres humanos lo que trae la curación. La tierra sencillamente refleja nuestro grado de sanación y evolución como personas.
–¿Existen más personas que puedan, como usted, reconectar a la gente con esta frecuencia vibracional, de forma innata? –Cuando esto comenzó a pasarme, pensé que yo no podía ser el único. Por eso, empecé a buscar a otras personas que sanaran a los demás y, sorprendentemente, ellos empezaron a buscarme a mí. Sin embargo, cuanto más aprendía de ellos, menos funcionaban mis propias sanaciones. Hubo algunos que no eran sanadores y otros que sí, pero lo que descubrí es que ninguno de ellos se movía en la frecuencia en la que yo lo hacía. Algunos coincidían en ciertos aspectos pero, tras un par de años buscando, pensé que fuera lo que fuera esto sólo venía a través de mí y debía trabajar con ello. Empecé a dedicarle mi vida y, de pronto, me di cuenta de que la gente que venía a recibir mis sesiones también era capaz de realizar la sanación. Aunque no lo creyeran o aunque nunca hubieran ejercido como sanadores anteriormente, aunque hubieran estudiado algo o no lo hubieran hecho, todos y cada uno de ellos eran capaces de acceder a un nivel de sanación muy superior a cualquiera de los maestros a los que yo había conocido. Algo nuevo estaba sucediendo y lo verificamos con investigaciones en diferentes laboratorios. Actualmente, existen muchas personas que pueden hacer lo mismo que yo porque lo he ido transmitiendo y esas personas, a su vez, lo van transmitiendo a otras y se va multiplicando. Así pues, hoy en día hay mucha gente que puede hacerlo. En cambio, cuando yo empecé, creo que no había nadie más. Pero lo que tiene que quedar claro es que yo no soy el don; yo no soy más que la puerta para acceder a él, y las nuevas personas que lo reciben se convierten en nuevas puertas. A partir de aquí, es necesario trascender el ego y transmitirlo a más gente.
–Creer en todo el proceso cuando te suceden cosas (te sangran las manos, oyes voces, ves seres…) es fácil, pero ¿cómo creer y confiar cuando no te sucede nada especial (o sientes que no te está sucediendo…)?
–A veces, intentamos con todas nuestras fuerzas ser capaces de ver y eso mismo impide que podamos hacerlo. Las personas que realizan los seminarios se sorprenden porque van descubriendo, poco a poco, lo que sucede cuando empiezan a manifestarse las señales de que el trabajo funciona.
–En su libro, plantea la pregunta “¿por qué yo?” y dice que es difícil de contestar. ¿Ha conseguido averiguarlo? ¿Por qué cree que le fue dado a usted este don?
–No puedo saberlo con seguridad. Imagino que debe de ser porque yo tengo facilidad para hablar sobre el tema sin que suene demasiado científico; soy capaz de explicarlo en un lenguaje básico para que pueda llegar a todo el mundo. Además, por mi pasado y parte de mi presente, soy una persona normal a la que también le gusta beber Coca-cola, comer pizza y divertirse. Hay gente que siente que si no es muy espiritual y vive en un monasterio no puede llegar a vibrar en esta frecuencia. La realidad es que vivimos en el mundo real y que si debemos ayudar en este mundo también debemos saber estar en él y disfrutar de las cosas que puede ofrecernos. Esto no significa que yo quiera vivir sólo de pizza y Coca-cola, sino que busco un equilibrio entre una cosa y la otra. Para las personas que están encerradas en el concepto de que para poder vibrar en esta frecuencia hay que hacer puntos para merecerlo, yo soy un claro ejemplo de que no es así. –También, según su libro, usted no parece el tipo de persona que se lo cree todo, sino más bien alguien crítico y escéptico. ¿Cómo logró detener el análisis de lo que estaba pasando y dejarse llevar por ello? –Cuando te pasa algo tan grande, llega un momento en el que te das cuenta de que debes reconocerlo y aceptarlo. En otras palabras, alguien me preguntó cuál era el origen, la fuente de esto, y yo respondí: “Dios, el Amor, el Universo”. Y me volvió a preguntar: “¿Cómo sabes que es una buena fuente?” Yo contesté que no lo sabía. ¿Cómo podría saberlo? Pero intuía que tenía que existir una respuesta mejor. Entonces me di cuenta de que tenía dos posibilidades: la primera era aceptar que algo estaba pasando y que tenía una oportunidad para cambiar las cosas y atreverme a vivirlo, aun a riesgo de estar equivocado; la segunda era rechazar lo que pasaba, no creer que tuviera esa oportunidad y no vivirlo, por miedo a equivocarme. Con esta última opción no podría vivir. En un momento dado, tuve que decidir qué camino tomar y no quise elegir el miedo.
–El precio de 333 € por La Reconexión ¿se debe a lo que le cobró la mujer de Venice Beach a usted o tiene algún significado más?
–El precio se debe a que, supuestamente, este número lleva la vibración con la que llegó La Reconexión y es, sencillamente, cómo debe continuar siendo transmitida. Si cobráramos 3,33 euros, también tendría la vibración del triple tres, pero no tendría la vibración de ese valor económico concreto. Esto es algo que se hace solamente una vez en la vida y, antes de hacerlo, debes pensar y considerarlo bien. Es necesario que sea una cantidad de dinero suficiente para hacerte reflexionar sobre lo que vas a hacer y sobre si es importante para ti. Pero, al mismo tiempo, debe ser una cantidad de dinero que la gente se pueda permitir gastar. Así que ambos conceptos, la vibración del triple tres y la necesidad de que fuera una cantidad justa para hacer reflexionar, se combinaron para fijar esta cifra. Cuando yo pagué 333 dólares, en 1993, era mucho más dinero de lo que es actualmente. Sin embargo, lo que recibimos al hacer La Reconexión –a veces inmediatamente, a veces después de un tiempo, a veces reconociéndolo, y otras veces sin reconocerlo–, los cambios que tienen lugar, son de un valor incalculable y, por eso, es necesario poner cierta conciencia en el proceso de recibirlo.
–Según usted, en La Reconexión entramos en armonía con nuevas vibraciones que se instalan en nuestro interior y se convierten en parte de nosotros. ¿Tiene, este proceso, algo que ver con lo que se conoce como ‘Iluminación’? –Todo lo que es Luz, es Dios, es Amor, es Universo, es Iluminación. Somos velas en un constante intercambio de energía, de información, de luz. Y la luz, evidentemente, es Iluminación. Sin embargo, con esta palabra hay que tener cuidado, porque no quiero darle una connotación religiosa, ya que no tiene que ver con ninguna religión, sino más bien con el Universo. Para mí, las religiones son ventanas para comprender el Universo. Si entendemos la vida según una de esas ventanas, tenemos una imagen correcta, pero no es una imagen necesariamente exhaustiva. Si queremos ver la totalidad hay salir a la calle y descubrir quiénes somos. Hay personas que me preguntan si esto es una sanación espiritual pero yo no quiero llamarla así, porque la palabra espiritual está demasiado relacionada con la religión. Sin embargo, sí que es una sanación con espíritu o con espiritualidad. Así pues, es Iluminación si con ello nos referimos a la luz, pero sin identificarlo con ninguna religión.
–¿Cuál es la inteligencia que está detrás del fenómeno de La Reconexión? ¿Cuál es el vínculo con Kryon? –Lo que comento en mi libro es que Lee Carroll es un maravilloso maestro y narrador de historias. Un ejemplo de una de las historias que cuenta en sus libros de Kryon es la de Wo y la maleta. Yo la utilicé como un ejemplo pero nunca dije que fuera la misma energía o inteligencia. Detrás de La Reconexión está Dios, el Amor, el Universo. Existe una Inteligencia Superior que se comunicó. No digo que esa voz fuera, específicamente, la voz de Dios, al menos no más que nuestras voces lo son, pero lo que es seguro es que es una Inteligencia Superior y, por lo que a mí se refiere, nos está dando un mayor entendimiento del Universo, que es Dios. –También plantea que la sanación ayuda tanto al sanador como al paciente. En el caso del paciente, está claro, pero ¿cómo sirve al sanador? –Ayuda a ambos de la misma forma. El don para el sanador es que le inicia en ese despertar. Cuando ve cómo reaccionan los pacientes, el sanador empieza a comprender y a creer en que algo está pasando realmente. Al verlo, empiezas a comprenderlo y, al comprenderlo y saberlo, llegas a integrarlo.
–Usted habla de que el sanador debe “quitarse de en medio”. ¿Cómo se puede enseñar La Reconexión cuando parece, más bien, algo intuitivo? ¿Qué es lo que enseña en sus cursos? –Esto significa que cuando intentamos determinar cómo deben ser las cosas, dónde tenemos que llevar la energía o qué es lo que necesita ser sanado, interferimos con la transmisión, nos ponemos a nosotros en medio del proceso y estamos apegados a un resultado. Para poder evolucionar, debemos abandonar nuestras expectativas y simplemente observar sin tratar de dirigir lo que está sucediendo. Esta filosofía es parte de lo que enseño en mis seminarios. –En su libro afirma que La Reconexión funciona aunque el paciente sea escéptico pero, por otro lado, hay quien habla de la importancia de tener fe en la sanación. ¿Cómo se combinan ambos conceptos? –No es importante tener fe en la sanación. A este nivel, la sanación está por encima de la fe, de la esperanza o de las creencias. Es algo que no se cree sino que, sencillamente, se sabe. Cuando tenemos fe en algo, nos aferramos a ello porque queremos que nos lleve a un estado de saberlo con certeza. A este nivel, tiene lugar una comunicación que como sanador, sencillamente, sabes y como paciente, si dejas de lado las expectativas o los apegos –“ojalá funcione”, “espero que funcione”, “tiene que funcionar”–, te das cuenta de que el don llega. Por eso funciona con la persona que no tiene fe, no está apegada y no espera nada. Las únicas limitaciones vienen de la gente que está muy apegada. Las curaciones por la fe a menudo no son duraderas, porque si la persona pierde esa intensa fe dejan de funcionar. Estas sanaciones no tienen que ver con la fe y la mayoría de ellas son para siempre. Ayer sucedió en la sesión con una mujer llamada Jane. Ella no podía levantar su brazo y ni siquiera la cortisona había funcionado. De pronto, su brazo se elevó sin problemas. Los tejidos habían cambiado, algo pasó. Y ella, previamente, no tenía ninguna fe o esperanza en que fuera a ser sanada.
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