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La captura de la cierva: 4º trabajo de Hércules




“La Cierva simboliza a estas tres fases de la Sabiduría: Instinto, Intelecto, Intuición (…) Se pretende con este trabajo que el Discípulo se de cuenta de que, a esta altura evolutiva, el Alma no debe dejarse influir por el instinto (Artemisa), ni por el intelecto (Diana), sino que debe seguir la voz de la sabiduría (…) Por ello, LA SABIDURÍA –la Cierva-, DEBE ENTRAR POR EL CORAZÓN porque si entra por la cabeza –polo masculino del Alma-, estará falta de Amor, de paciencia y de humildad, y la soberbia puede apoderarse de la persona”

“Las cosas, las situaciones, las personas, están con nosotros un tiempo, muy corto o muy largo, pero no son nuestras. Nosotros estamos en este lado de la vida un tiempo, pero no vamos a quedarnos”
Eva Monferrer*

Los 12 trabajos de Hércules son mucho más que un mito, esconden enseñanzas profundas y explican el viaje del Alma que todos debemos pasar a lo largo de las encarnaciones.

La captura de la cierva es el último trabajo de la primera etapa (tras la doma de las yeguas devoradoras de hombres, el Minotauro y las manzanas de oro del jardín de las Hespérides) en la que el guerrero se prepara para enfrentar su propia oscuridad.

Diana, Artemisa, el talón de Aquiles, son varios de los personajes que aparecen en este trabajo y que hablarán de desapego, sabiduría con corazón, pertenencia a un Todo mayor y mucho más…


1. EL MITO

“Proporciona una prueba que evoque su elección más sabia. Enviemos a Hércules a trabajar en un campo en el cual él deba decidir qué voz, entre las muchas voces, despertará la obediencia de su corazón. Que sea una prueba de gran simplicidad en el plano exterior, y, además que, en el plano interior de la vida, despierte la plenitud de su sabiduría y la rectitud de su poder de elección”.

Al principio había profundo silencio, y Hércules no pronunció palabra ni hizo ningún sonido. Más allá del portal, el paisaje se extendía en contornos despejados, y en el horizonte lejano, se levantaba el Templo del Señor, el Santuario del Dios-Sol.

Sobre una colina cercana había un esbelto cervatillo. Hércules, que es un “hijo del hombre”, y, no obstante, un “Hijo de Dios”, miró y escuchó, y, escuchando, oyó una voz. La voz salía de ese brillante círculo de la Luna que es el hogar de Artemisa, y Artemisa, el Hada, habló palabras de advertencia al “hijo del hombre”: “La Cierva es mía, por tanto no la toques”, dijo ella. “Durante eras yo la alimenté y la cuidé cuando joven. La Cierva es mía, y mía debe permanecer”.

Entonces surgió Diana, la cazadora de los cielos, la Hija del Sol, saltando hacia la Cierva y reclamando también la posesión. “No es así”, -dijo Artemisa-, “La Cierva es mía y mía debe permanecer. Demasiado joven hasta hoy, ahora puede ser útil. La Cierva de astas de oro es mía y mía permanecerá”.

Hércules, en pié entre los pilares del Portal, escuchó la querella y se asombró por el hecho de que las dos doncellas disputaran por la posesión de la Cierva de astas de oro.

Mientras esto contemplaba, otra voz asaltó su oído y, con dominante acento dijo: “La Cierva no pertenece a ninguna doncella ¡oh Hércules!, sino al Dios cuyo Santuario tú ves en aquél monte distante. Ve y rescátala, y llévala a la seguridad del Santuario para dejarla allí. Una cosa simple de hacer, ¡oh hijo del hombre!, pero –y medita bien mis palabras-, siendo un “Hijo de Dios”, tú puedes coger a la Cierva. Ve”.

A través del Cuarto Portal salió Hércules, dejándose los muchos regalos recibidos de parte de los Dioses para que no le estorbaran en la veloz persecución que tenía por delante.

Desde cierta distancia, las doncellas observaban. Artemisa, el Hada, inclinándose desde la Luna, y Diana, hermosa cazadora de los bosques de Dios, seguía los movimientos de la Cierva. Cuando la ocasión surgía, ambas engañaban a Hércules, buscando frustrar sus esfuerzos: él perseguía a la Cierva de un extremo al otro del paisaje, y las doncellas, con sutileza, le engañaban tantas veces como fuera posible.

Así, durante un año, el “hijo del hombre” que es un “Hijo de Dios”, siguió a la Cierva de lugar en lugar, atrapando ligeros reflejos de su sombra, sólo para reconocer que en la espesura de los bosques se había perdido de nuevo…



De colina en colina y e bosque en bosque él la persiguió, hasta llegar a un tranquilo estanque, donde, a través de su reflejo, la vio de cuerpo entero, durmiendo plácidamente.

Con paso silencioso, extendida la mano y ojo inmutable, Hércules disparó una flecha hacia la Cierva, hiriéndola en la pierna. Se acercó a ella, pero ésta no se movía. Siguió acercándose, y la apretó entre sus brazos, cerca de su corazón. Artemisa y Diana seguían de espectadoras.

“La búsqueda ha terminado” –cantó en voz alta-. “Dentro de la mayor oscuridad yo fui conducido, y no encontré a la Cierva. Dentro de los más profundos bosques tampoco la encontré, ni sobre las llanuras monótonas y soleadas de los desiertos… A cada lugar donde yo llegaba, las doncellas desviaban mis pasos…. Pero yo persistí, y ¡ahora la Cierva es mía! ¡la Cierva es mía!”.

“Eso no es verdad ¡oh Hércules! La Cierva no pertenece a ningún “hijo del hombre” aunque este sea un “Hijo de Dios”. Lleva la Cierva a aquél Santuario distante donde moran los Hijos de Dios y déjala allí con ellos”.

“¿Por qué oh Sabio Maestro? La Cierva es mía, mía por la larga búsqueda y el interminable viaje, y mía porque yo la sostengo cerca de mi corazón”. “Y no eres tú un “Hijo de Dios” aunque también un hijo del hombre?, ¿Y no es el Santuario también tu morada?, ¿Y no compartes tú la vida de los que moran allí dentro? Lleva al Santuario de Dios a la Cierva Sagrada, y déjala allí, ¡oh Hijo de Dios!”.

Entonces Hércules cargó a la Cierva hasta el Sagrado Santuario de Micenas, llevándola hasta el centro del lugar. Cuando la colocó a los pies del Señor, se dio cuenta de la herida de su pata producida por una flecha del arco que había tenido que usar. “La Cierva es mía, -dijo Hércules-, la he traído por la proeza de mi brazo”.

Pero Artemisa, desde el atrio del Templo dijo: “No es así. La Cierva es mía y siempre ha sido mía. Yo vi su forma en el lago, y oí sus pasos en los caminos de la tierra. Yo se que la Cierva es mía porque toda forma es mía”.

El Dios-Sol habló desde el lugar sagrado y dijo: “La Cierva es mía, no tuya, ¡oh Artemisa! Su espíritu permanece conmigo desde toda la eternidad, aquí en el centro del Sagrado Santuario. Tú no puedes entrar aquí ¡oh Artemisa! Y sabes que yo digo la verdad. Diana, la doncella cazadora del Señor, puede entrar por un momento y decirte lo que vea”.

Por un breve momento, entró al Santuario Diana, la cazadora del Señor, y vio la forma de lo que era la Cierva, yaciendo delante del Altar, en apariencia muerta. Y con pena dijo: “Pero si su espíritu descansa contigo ¡oh Apolo!, entonces la Cierva está muerta. La Cierva está muerta por causa de un hombre que es un “hijo del hombre”, aún cuando es también un “Hijo de Dios”. ¿Porqué puede él entrar en el Santuario y nosotras debemos esperar fuera?”

“Porque él sostuvo a la Cierva en sus brazos, cerca de su corazón, y ahora, en el lugar sagrado la Cierva encuentra descanso, y también el hombre. Todos los hombres son míos. La Cierva es asimismo mía, no tuya. No del hombre, sino mía”.Y Hércules regresó a través del Portal en dirección al Maestro de su vida.

“He cumplido la tarea. Fue simple, excepto por la demora en el tiempo y la cautela de la búsqueda. No vacilé en el camino. La Cierva está en el lugar sagrado, cerca del corazón de Dios, y, asimismo, en hora de necesidad, también cerca de mi corazón”.

“Ve a mirar nuevamente ¡oh Hércules! entre los pilares del Portal” Así lo hizo, y … “El cervatillo está de nuevo sobre la colina, allí donde lo vi al principio”…

Y se oyó la voz del Maestro decir: “Muchas veces todavía los “hijos de los hombres” que son los “Hijos de Dios” deben buscar al cervatillo de la cornamenta de oro y llevarlo al lugar sagrado”.

“El Cuarto Trabajo ha sido terminado, y por la naturaleza de la prueba, y por la naturaleza de la Cierva, el trabajo deberá ser repetido muchas veces, la búsqueda será frecuente. No lo olvides. Reflexiona acerca de la lección aprendida”.

El Tibetano

2. SIMBOLOGÍA DEL CUARTO TRABAJO

“Todos los seres están en Mí,
y Yo en ellos”
Bhagavad Gita

Este trabajo corresponde a la energía de cáncer.

Hércules ya ha conseguido varias cosas a través de los Trabajos anteriores:

en Aries, halló la facultad de la mente y su control
en Tauro, el manejo del deseo desde el destello del espíritu, que es la capacidad de registrar la iluminación
en Géminis, la constatación de su dualidad: su parte mortal y su parte inmortal
y ahora en Cáncer reconoce intuitivamente los reinos superiores, la intuición y se familiariza con el reconocimiento instantáneo de la verdad, potente factor en la vida de un liberado Hijo de Dios.
El Eje Cáncer-Capricórnio es el eje del “Poder”: En Cáncer somos todo potencialidad, en Capricornio, consumación. Cáncer es llamado también “ataúd”, “sepulcro” ó “matriz”. Representa la muerte del Espíritu o la Matriz de la nueva consumación espiritual… Cáncer es llamado “la Puerta del Hombre”, ya que el Alma desciende a la Tierra a través de ella.

Capricornio es llamado “la Puerta de los Dioses”, porque a través de ella, el Alma vuelve a ascender al Cielo. En Capricornio nace el “Salvador del Mundo”, es la Puerta al Mundo
Espiritual.

Cáncer corresponde al Sagrado Cangrejo Egipcio del Zodíaco del Templo de Déndera. La palabra “escarabajo” significa “renacimiento”. El cangrejo vive mitad en la tierra y mitad en el agua, es por tanto el símbolo del Alma morando en un cuerpo físico, pero viviendo sobre todo en el agua, elemento emocional, sensible.

La Luna es la madre de las formas, por ello Cáncer está dominado por la forma y ésta constituye un obstáculo. El cangrejo construye una casa y la lleva a cuestas todo el tiempo…

Las personas del signo de cáncer son siempre conscientes de lo que han construído, y debido a su extrema sensibilidad, tienden a esconderse siempre. Por ello son difíciles de tratar, y tan elusivos que no es fácil definirlos o encuadrarlos.

3. SIMBOLISMO DE LA HISTORIA

En la vida, todo lo que es realmente importante se presenta de una forma sencilla.

La palabra “cierva” proviene de un origen latino que significa “el que debe ser capturado”, es decir, lo que elusivo y difícil de aprisionar.

La Cierva es “sagrada” para Artemisa, Diosa de la Luna, -Regente externo de Cáncer-. Pero Diana, la Cazadora, hija del Sol, también la pretende. Diana es el nombre griego de la Artemisa romana, así que representa a la misma Luna arquetípica. La Luna, o Neptuno velando a la Luna –Regente interno de Cáncer-, representa en su vibración más elevada al canal de la Intuición abierto, y a su mediación, su canalización… Por ello el signo de Cáncer favorece tanto la mediumnidad.



La Intuición aparece tras haber transformado el Instinto en Intelecto, y, desde esta base, el Intelecto sirve de apoyo a la Intuición. La Cierva representa o simboliza a estas tres fases de la Sabiduría: Instinto, Intelecto, Intuición.

Artemisa la pretende porque cree que es el Instinto, el pasado; (Luna) Diana la pretende porque cree que el Intelecto, el presente; (Luna) Apolo la pretende porque sabe que es la Intuición, el futuro. (Neptuno) Y estos tres personajes son aspectos del mismo Hércules.

Se pretende con este trabajo, que el Discípulo se de cuenta de que, a esta altura evolutiva, el Alma no debe dejarse influir por el instinto (Artemisa), ni por el intelecto (Diana), sino que debe seguir la voz de la sabiduría.

La “Consciencia de la Masa”, aunque trascendida, aún anima el sentido de la propiedad, una de las últimas ilusiones que quedan en el hombre evolucionado. Y, todo es de todos, todo es de Dios.

¿Por qué Artemisa no es aceptada en el Templo y Diana sí aunque sólo por un momento? El Templo representa el Alma, que absorbe, sublimadas, todas las tendencias humanas. Hasta que la tendencia que Artemisa representa, -el instinto de posesión-, no es trascendido, éste no puede sublimarse.

Con las posesiones intelectuales pasará lo mismo, -Diana-. Elevar el Instinto y el Intelecto a favor de la Intuición significa “renunciar” a ellos. Cuando la Sabiduría empieza a crecer en nosotros…. ¿es ella mental o intuitiva?

“La Cierva es mía”, “La Cierva es mía” dicen todos.
La Mente Superior y la Mente Inferior, -Apolo y Diana-, (Luz Solar –Alma-, y Luz Lunar –ego-), se debaten la posesión de la Cierva…

“La Cierva no pertenece a ninguno de los dos. Me pertenece a Mí, El Uno, El Todo”.
La Sabiduría no pertenece a nadie, en todo caso, cada sabio pertenece a la sabiduría, la transmite, pero no añade su nombre a ella tal como si se la sintiera propia.

¿Por qué Hércules sitúa a la Cierva sobre su corazón?
Significa aquietar la mente, ponerla en orden, no permitir que los pensamientos vagos se sucedan.

Cuando esto sucede, Hércules se da cuenta de que ensanchando su consciencia DESDE EL AMOR, ¡podía incluir a la Cierva en él, llevándola a su corazón! Se trata de una “expansión de consciencia”…. ¡simbolizada por la flecha lanzada que hiere a la Cierva en su Talón de Aquiles!

MITO DE AQUILES:

Aquiles es vulnerable en el talón. El escorpión y la serpiente muerden en el talón. El talón es como la base del ser humano, caracterizado por estar erguido. Tradicionalmente es por aquí por donde entra la muerte.



Las cosas, las situaciones, las personas, están con nosotros un tiempo, muy corto o muy largo, pero no son nuestras. Nosotros estamos en este lado de la vida un tiempo, pero no vamos a quedarnos.

El corazón es el Portal de entrada al mundo subjetivo, el polo femenino del Alma. Por ello, la Sabiduría –la Cierva-, debe entrar por el corazón, porque si entra por la cabeza –polo masculino del Alma-, estará falta de Amor, de paciencia y de humildad, y la soberbia puede apoderarse de la persona.

Desde el corazón podemos abarcarlo todo sin poseerlo, sin apropiárnoslo.

No hay ninguna cosa exterior que debamos poseer. Todo está en nosotros, Somos Todo. El Sentimiento de posesión es pueril.

Todo está en Dios, y Somos Dios.

El Instinto de Posesión nos esclaviza a cada posesión que tenemos… ¡Las posesiones son las que nos tienen a nosotros!

Hoy vivimos en el espejismo de creer que nos son propias muchas cosas que son comunes: la “propiedad privada” es un concepto y un modo emocional de aferrarnos a la ficticia seguridad que nos dan las cosas, o las personas…

Todas las guerras del tiempo pasado, de la historia humana, tienen como base la “seguridad”: conquista de tierras, subordinación de personas/esclavos, imposición de dioses…. “La Cierva es mía”.

….”Mi familia, mi gente, mis tierras, mi país, mi mundo, mis hijos, mi generación, mi lengua, mi dios, mi maestro, mi ashram, mi árbol, mis ideas, mis piernas, mi corazón, mi amor”….

Hay que cortar el cordón umbilical con el mundo objetivo… estamos en él, pero lo trascenderemos… y los apegos a la forma no van a ayudarnos a esto.

Necesitamos aprender a administrar bien la materia –Cáncer, como signo femenino, de Agua, nos abre a ello-. Creer que poseemos algo es un espejismo, como creer que la Luna tiene luz propia porque la vemos iluminada….

La gran lección de este Trabajo es la siguiente:

“Por la gracia de Dios Todo se nos da,
pero no somos los amos de todo ello,
el poder Es de Dios.
Al “hijo del Hombre”, nada le pertenece;
al “Hijo de Dios”, todo se le da”.


“NO SE NECESITA POSEER, SINO SENTIR
QUE SE FORMA PARTE DE DIOS, dejar de
Amar unidireccionalmente, y entrar a VIVIR
EN EL AMOR”.

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