Con frecuencia, hablamos y hablamos pero no nos comunicamos. Hablamos y las palabras son trampas con las que nos ocultamos. Palabras devaluadas, como moneda gastada, sin valor, que corre de mano en mano. Es el lenguaje de lo comercial, lo político, y hasta lo afectivo: palabras, palabras, palabras, sin alma, sin verdad. Palabras para atrapar, para seducir, para engañar, para dominar. Por eso, palabras tan graves como “lo juro”, “prometo”, “te amo”, “cuenta conmigo”, encierran con frecuencia la mentira, la traición, el abandono, la soledad. La tecnología moderna ha hecho más importante el medio que el mensaje. Ni los celulares, ni el fax, ni el correo electrónico nos han ayudado a comunicarnos mejor. Necesitamos comunicarnos cuando estamos lejos, pero somos incapaces de comunicarnos cuando estamos juntos. No es lo mismo hablar que decir. Algunos hablan mucho, pero no dicen nada: mera cháchara hueca, trivial. Otros, con muy pocas palabras o incluso sin palabras, expresan grand...
!No hay nada más apasionante que hacerse preguntas, cuestionarse la vida y preguntarse todo lo que es importante para cada uno¡