nte todo quisiera tomar un momento para agradecer y honrar a nuestros antepasados, honrar a los hombres, a las mujeres, a los ancianos, a los niños que dieron su vida para dejarnos un buen ejemplo, una enseñanza, una sabiduría, quizás de alguna manera la memoria del espíritu de nuestra gente. De esta manera, reconociéndoles, también quisiera pedir al Poder, al Misterio, al Gran Espíritu, que me permita dirigirme a ustedes y que de alguna forma pueda expresarme de manera clara y directa, sintiéndome unido a todos y cada uno de ustedes. Que en este momento no haya división ni separación, que estas paredes desaparezcan y que exista nuestra conexión con la Naturaleza, con las montañas que nos rodean, con todos los espíritus que de alguna manera están también pendientes de lo que estamos haciendo. Que no haya división alguna.
Muy humildemente les digo que aquí, en este momento, me siento bien unido a ustedes, que para mí no hay ninguna diferencia. Que todo lo que estamos haciendo es bien importante y que de alguna manera lo podemos hacer juntos, en una forma unida. Que nosotros podamos reconocernos mutuamente y podamos entender esto que estamos haciendo.
Antes de hablar de espiritualidad tenemos que ser capaces de vivirla, tenemos que ser capaces de hacerla propia, de ser nosotros mismos. No podemos hablar como de algo aparte, porque si lo hacemos así estamos hablando de algo que no sabemos.
Entonces, todos nosotros, tenemos que ser capaces de dejar a un lado las historias, las explicaciones que nos han dado de algo que ha sucedido ya tiempo atrás.
Vamos a vivir este momento.
Es bien importante ser esto que queremos ser en el momento que somos. Se trata de hacer lo propio en el momento en que lo estamos viviendo, de reconocer todo lo que hay, todo lo que existe, pero no repetirlo, no copiarlo, no imitarlo. En verdad digerirlo y sacarlo a través de nuestro corazón.
Todas las cosas que nos han llegado, nos han hecho en la forma que somos, porque de alguna manera no sabemos qué hacer con ellas y entran por un oído y, a veces, salen por el otro oído. O entran por un oído y salen de nuevo por la boca.
Todas las cosas que llegan a nuestra vida, deben llegar a nosotros y luego llevarlas a nuestro corazón antes de llevarlas a cualquier otro lugar. Ser capaces de asumir una responsabilidad ante lo que estamos haciendo, ante lo que estamos viviendo. De no tener el temor de mostrar nuestra ignorancia, de mostrar nuestro deseo de aprender.
Es bien importante, si vamos a hablar de espiritualidad, ser reales y verdaderos, ser capaces de decir lo que somos. En este momento me gustaría decirles qué es la verdad que estamos viviendo.
Son momentos reales, momentos de gloria, momentos de historia. Si nosotros los tomamos verdaderamente, son momentos inmortales.
Pero cómo vivir este instante, es de alguna manera sentándose correctamente, sintiéndose apropiadamente. De alguna manera aceptando la situación en la que nos encontramos para hacer el mejor uso de ella.
Nuestra gente trabajaba con la Naturaleza, siempre inspirada en armonizarse con ella, en establecer una relación con ella.
La importancia mayor está en la relación. La relación que tenemos con el Misterio, con el Gran Espíritu, con la Suprema Inteligencia. La relación que tenemos con nosotros mismos, con la Naturaleza, con el ser amado.
Ese es el principio de la espiritualidad de nuestra gente y de alguna manera siempre ha sido mal interpretada por los que observan, por los que dicen que vienen a aprender de nosotros y nunca nos preguntan nada. Es más, ni se sientan en nuestras ceremonias.
Entonces ya es el momento que nuestra gente sepa la verdad. Es el momento de compartir la verdad, porque así está escrito en las estrellas. Así está escrito en la Tierra, así está escrito, de alguna manera, en el corazón de toda nuestra gente. Está en nuestra propia sangre, está en el propio aliento.
Este es el momento que nuestros antepasados profetizaron, soñaron y desearon para nosotros, los descendientes de los descendientes originales, de volver a la casa original de nuestra Madre Tierra y de nuestro Padre Sol.
Aquí, en el Cielo y en la Tierra nos encontramos de nuevo caminando, pero con conciencia, con claridad.
Tenemos un propósito por el cual estamos aquí. El propósito de ser claros y verdaderos, de ser concientes de estar en una buena relación con todo lo que existe; con lo visible y lo invisible, con el Misterio de la vida.
Entonces de lo que estamos hablando, es algo que ha sucedido. Cómo nos podemos explicar esto que ha sucedido: el impacto psicológico que ha hecho a nuestra gente la presencia de una espiritualidad ajena a la nuestra.
Cuando todo el mundo se vino encima de nosotros y desconocieron nuestra forma de vida y torturaron, condenaron, encarcelaron y mataron a nuestra gente por practicar su fe, su conocimiento su naturaleza. Aún hoy repercute en el temor que cada uno de ustedes guarda de volver a la verdad, a la verdad propia, nuestra.
Mucha gente se refugió en el Catolicismo. Mucha gente se refugió en las montañas o donde pudieron refugiarse. Pero sea como sea, hemos regresado a ocupar nuestro lugar y aquí estamos enterándonos que todos nuestros templos ahora son centros arqueológicos o son áreas de turismo y eso nos duele mucho.
Nuestra gente nunca cedió nada, nunca vendió nada. La Madre Tierra es sagrada y no se le puede poner un precio. Nosotros seguimos siendo sus legítimos hijos y guardianes de su Amor, de su enseñanza, de su vida, porque nosotros sí nos reconocemos con ella.
Entonces hablar sobre la espiritualidad, es decir: aquí estoy. He regresado.
¿Quién soy yo? Yo soy el descendiente original de los pueblos nativos de toda esta Tierra.
Lo sé, lo tengo claro y es mi derecho natural reclamar la verdad que está en mi corazón.
Hoy, en este día, tristemente aquí, en mi propia Tierra, México, me niegan este derecho.
Yo he pedido el reconocimiento de la Iglesia Nativa Americana de Itzachilatlan en México, y el gobierno dice que soy extranjero. Dice que no podemos practicar esta forma de vida porque ellos no la reconocen.
Si el Gran Espíritu, la Ley del Universo sí la reconoce. Yo creo que hay que preparar a este gobierno. Si ellos son capaces de reconocer tantas formas de vida, tantas religiones que han registrado y que han reconocido en el país, porqué no van a reconocer la nuestra.
Yo he ido y he sido entrenado por los Ancianos, en el desierto, sobre esta Medicina. Ellos me dieron de comer hasta que estuve lleno.
La primera vez que me dijeron:
- "¿Ya estás lleno?"-, dije: - Sí, ya hasta aquí estoy lleno. (Señala el cuello).
- Te hace falta este otro pedazo, hasta acá. (Y señala hasta donde termina la cabeza.).
Cuando me llené hasta ahí, y dije:
- Ya estoy lleno-, me dijeron:-Te falta este otro pedazo, hasta acá. (Señala más arriba de la cabeza).
Hasta que no queden dudas que tienes una relación con la Medicina.
Y entonces, cuando me pude dar cuenta, les dije:
- Yo creo que nunca me podría llenar de esta Medicina.
Me dijeron:
- Ya estás lleno, ya sabes lo que es.
La forma tradicional de nuestros antepasados existe, ha sobrevivido, ha llegado hasta nosotros. Aquí está ahora, yo la he recibido directamente de familia, en familia, en familia.
Puedo relatar la historia de cómo se ha conservado, cómo fue transmitido, y cómo debe continuar siendo transmitida de generación en generación y de familia en familia.
Esta no es la historia oficial, ésta es la historia real y verdadera.
Esta es, de alguna manera, la identidad nuestra, quiénes somos nosotros. Nosotros somos los portadores de la historia del pueblo, de nuestra gente. Nosotros somos los cargadores de la verdad no escrita que está en el corazón de la gente. Hoy queremos que todos nos escuchen.
Esta voz va dirigida exactamente a ustedes que tienen oídos, que pueden escuchar que ya es tiempo y que no lo vamos a hacer solos. Debemos hacerlo con la ayuda y la participación de todos. Yo tengo clara la memoria de los cientos, de los miles de años que han pasado. No he perdido mi memoria. Tengo mi historia bien clara, todo lo que se ha puesto sobre nosotros, toda la saturación de ideas equivocadas. De que descendemos de Adán y Eva, de que de alguna manera estos son nuestros padres. Mi único padre es el Padre Sol, y mi única Madre es la Madre Tierra, y nunca hemos sido expulsados del Paraíso, éste es nuestro Paraíso, ésta es nuestra historia. Está bien la historia de los otros pueblos, pero la nuestra no tiene ningún problema. No tenemos un creador, porque no existe en la forma en la que ellos lo tienen y las cosas que han puesto sobre nuestra gente.
Cómo es posible que la primera pareja haya sido expulsada del paraíso, y que los primeros hijos, el primer hermano, mate a su otro hermano y que sea condenado a errar por el resto de la eternidad.
Esto no es así, mi hermano y mi hermana son el Aire y el Agua. Y ellos nunca han tenido celo alguno y nunca han atentado el uno contra el otro. Al contrario, funcionan, y son una familia real y verdadera.
Esta es nuestra verdad, ésta es nuestra espiritualidad, éste es el conocimiento de nuestros antepasados.
De alguna forma, la saturación que ha llegado a nuestro pueblo, de ideas, de seres sabios, de seres muy sagrados, muy espirituales, iluminados, han bloqueado, y hoy es una venda en los ojos de mi propia gente.
Ya es tiempo de quitarnos esta venda y de ver al Creador, al Dador de la vida como lo vieron nuestros Abuelos.
Ya es tiempo de que nuestra gente se levante, se una y se reconozca. Y más que nada, pueda tener una conexión directa tal como nuestra gente la tiene.
Aquí estamos en este tiempo invocando a todos y a cada uno de ustedes, para que nos ayuden.
Esta Iglesia Nativa Americana que hemos tratado de registrar es solamente un nombre, porque en nuestra Tradición no existe el nombre de Iglesia, pero vamos a ver si así nos reconoce nuestro propio gobierno.
Qué tristeza es esta realidad que estamos viviendo.
Pero yo practico la Tradición con o sin aprobación del gobierno.
Aquí, en México, estoy poniendo mi vida de por medio, porque esto es más importante.
Yo no creo que alguien pueda detener mi práctica sagrada con el Gran Espíritu. Pero muchos de mis hermanos continúan siendo encarcelados y también puestos en la situación de sentirse marginados. Ahora, en la actualidad.
La Tradición nos dice que todos somos hermanos, que todos somos sólo una familia. Esto nosotros lo tenemos claro, por eso trato de curar especialmente a los que tienen una posición en el gobierno, una posibilidad en su trabajo. Porque si ellos están curados, quizás nos puedan ayudar. Entonces es bueno curar inmediatamente a aquellos que están en el lugar donde puedan hacer los cambios. Para esto, tenemos que atrevernos a decir lo bueno, lo sagrado que es todo esto que estamos aquí haciendo.
Entonces, lo que vamos a hacer, es esperar que de aquí, de esta reunión salga algo bueno.
Salga algo que sea Medicina, que sea la noticia de que nuestro pueblo ya no va a esperar más una solución de afuera, porque la solución está adentro de nosotros. En nuestra propia casa.
De alguna manera es muy triste esto que nos ocurre, de ver al hermano como un extranjero. Y ver al extranjero como el propio y el único que tiene el poder aquí, en la casa.
Es triste, pero ésta es nuestra realidad y debemos sacudirnos. Yo aquí no estoy para quejarme, ni lamentarme, ni hacer sentir mal a nadie. Estoy aquí pidiendo ayuda, especialmente de mi hermano, el que viene de afuera, que asuma su responsabilidad y nos permita tener el papel que queremos y debemos tener.
Entonces, con esto, ¿quiénes somos nosotros?
Nosotros somos la armonía del Universo.
Nosotros somos los Hijos del Sol.
Nosotros somos los Hijos de la Madre Tierra.
Nosotros somos los Hijos del Tiempo.
Nosotros somos la relación con todas las relaciones.
En nuestra Herencia, nuestros Abuelos dicen: IN LAKESH A LAKE, Tú eres yo, yo soy tú.
Nosotros miramos al Gran Espíritu, y decimos: Tú eres yo, yo soy tú. De esa manera vemos el Misterio, de esta manera nos vemos a nosotros mismos.
Hoy debemos vernos y decirnos la verdad y la verdad es que nosotros vamos a invocar al Gran Espíritu para que lo haga por nosotros, porque si nosotros somos el Gran Espíritu, entonces no estamos hablando a un espíritu perezoso, estamos hablándonos a todos nosotros, estamos dirigiéndonos directamente al espíritu que está dentro de cada uno, que por favor pongan las manos, que nos unamos, nos fortalezcamos y podamos renovar, enmendar y de alguna manera rediseñar la forma sagrada que tenemos que llevar a cabo para el cumplimiento de nuestro propio destino, para las futuras generaciones, porque de alguna manera nosotros hacemos esto hoy, aquí para honrar a nuestros antepasados.
Pero nuestros antepasados somos nosotros mismos, lo estamos haciendo, entonces, para honrarnos a nosotros mismos. Pero nosotros mismos somos el futuro, nos estamos preparando para tener un mejor futuro. Así de sencilla es la espiritualidad. Estoy hablando de lo que está aquí, en mi corazón.
Yo soy natural indígena, yo soy por gusto indígena, yo soy por derecho indígena y por placer soy indígena.
Esto está en mi naturaleza de ser y reconozco a todos y a cada uno como indígena.
Aunque no lo sepan, todos son indígenas, porque todos somos hijos de la Tierra. Pero tenemos que actuar como tales, tenemos que vivir como tales.
Aquí estamos haciendo un trabajo de llevar a la gente de nuevo a la Iglesia, al Templo, al lugar al que iban nuestros abuelos a conseguir la conexión.
Nosotros aquí les llevamos a la Montaña, les llevamos adentro de su vientre en el Temazcal, en la ceremonia de Medicina.
Les llevamos allá para que puedan abrir los ojos, para que puedan verse a sí mismos allá, en el Universo, para que puedan darse cuenta que están frente al Creador mismo, que están de alguna forma identificándose ahí con el Gran Espíritu, con ustedes mismos.
Para que se encuentren y se den cuenta quiénes son y de dónde vienen. Esto es importante, ahí, en la Montaña, ayunando, rezando, guardando silencio. Que la primera enseñanza de espiritualidad de nuestra gente es saber escuchar.
Entonces nosotros le tomamos la palabra a nuestra gente, que por cuatro días no va a hablar. Que va a escuchar nada más.
Entonces saben escuchar y ahí aprenden. De verdad aprenden a darse cuenta, a tenerlo claro.
Y después de esto, saben y tienen la revelación de qué hacer. Cuando están allí, viven un encuentro sagrado, un momento real y verdadero.
Este es nuestro trabajo en la actualidad: decirle a nuestra gente que la Iglesia es la Naturaleza, el árbol, el río.
Estamos en la actualidad, en gran peligro, porque el río debe llevar vida y ahora lleva contaminación; porque el aire debe ser puro, debe tener el oxígeno de la vida, y ahora tiene contaminación.
Así ocurre en todos los lugares de la Tierra y en el calor de la vida.
Con esto nada más explicándoles un poquito lo que es esto de la espiritualidad que ahora vivimos.
Queremos decirles que estamos aquí presentes y que quizás no uso un taparrabos, que quizás no uso las cosas que usaban mis abuelos, pero soy el mismo. Solamente que reciclado a través de la energía, a través de los siglos. Y en la actualidad sigo siendo el mismo de hace miles de años.
Que no ha cambiado nada. Me dirijo al Anciano que se encuentra dentro de este cuerpo que ahora ustedes tienen, a mi hermano, con el cual yo viví miles de años atrás. Tomen nuevamente la Fuerza, el Espíritu, y quitemos el disfraz que de alguna manera nos estorba ya demasiado. Y seamos uno solo".
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