Detalle de los Rezos
Hay que estar allí, amigos míos. Hay que estar allí. Sentir la inenarrable sensaciòn, durante la procesiòn previa, el caminar en círculo alrededor de nuestro venerado y venerable Árbol al son del chimahuhuetl, el tambor chamánico, el sahumado con copal previo al ingreso al Círculo, el momento en que, colgados los Rezos, nos abrazamos a aquél y casi, casi, alguien diría sentir su complacencia. Los deseos, seguramente, se cumplirán, como no. Pero pocas cosas superan la certeza incipiente en quien neófitamente participa de la experiencia, de que la Naturaleza claro está viva. Ya lo sabemos. Pero, además, es consciente.
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