La importancia de darse cuenta
Las afecciones corporales se corresponden con las aflicciones y perturbaciones, emocionales y espirituales. Cada órgano vital tiene un lugar, una función y un rol asignado dentro del cuerpo, por lo que es un sistema que tiene una homeostasis determinada; cada órgano cumple una función específica, se ubica en un lugar indicado y se hace cargo de lo que le incumbe, por ser quién es, hacer lo que hace y por estar donde está, dentro del cuerpo. De esta forma, entonces, hay un orden para que todo funcione equilibradamente, en armonía con el resto.
Como sistemas abiertos que somos, estamos en continuo movimiento y en constante intercambio con el medio. Permanentemente, nos llegan estímulos que “nos tocan”, como por ejemplo: una noticia inesperada, un cambio en nuestro contexto laboral, una mudanza de alguien querido, una pérdida, la llegada de un hijo, la incorporación de alguien nuevo a la familia o cualquier situación de de esta índole.
Estos tipos de movimientos, los registramos tanto en nuestra emocionalidad como en nuestro cuerpo, generalmente, sin conciencia de ello. Si nos resfriamos y levantamos fiebre, el médico diagnostica “faringitis”, tomamos los remedios que nos receta y no reflexionamos mucho más sobre el tema. Pero, ¿nos preguntamos acaso, por qué “aparece” justo en este momento la faringitis?, ¿qué tiene que ver esta dolencia de la garganta con el momento emocional que estoy pasando?
Si en algún momento aparecen cálculos renales ¿pensamos por qué apareció esta afección ahora?, ¿qué es lo que me pasa en este momento en mi emocionalidad y espiritualidad?
Hay algunas afecciones que aparecen con mucho ruido, es decir, con mucho dolor físico, pero hay otras que son sumamente silenciosas, como por ejemplo el cáncer. Es usual escuchar decir a los médicos que, cuando más fuerte es el dolor corporal por el cual se consulta, usualmente menos “grave” es la afección del paciente... ¿Qué es lo que esto nos dice?
El “ruido”, éste dolor corporal, está íntimamente ligado al movimiento, es decir, se produce como consecuencia de este, por lo que en realidad, es un desequilibrio en ésta homeostasis que nuestro organismo tenía.
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El dolor que sentimos en una parte de nuestro cuerpo, da cuenta de un movimiento que se está produciendo en nuestra emocionalidad: “como es arriba es abajo”. Por eso, es importante tomar conciencia de esto, porque al darse cuenta comenzamos a integrar nuestro cuerpo con nuestra emocionalidad y espiritualidad, y nos permite ampliar el conocimiento que tenemos sobre nosotros mismos.
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