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“Toda relación es el reflejo de la relación que tenemos con nosotros mismos”
(Deepak Chopra)

Seguramente nos hemos preguntado el por qué algunas personas tan brillantes en sus estudios confrontan dificultades en su vida social o profesional. Hay estudiantes excelentes que continúan teniendo éxito al llegar al mercado laboral y otros que fracasan a la primera. No es un secreto que ya la ciencia ha descubierto que los sentimientos son la clave del éxito personal.

Tenemos dos mentes: una que piensa y otra que siente. La mente racional o la que piensa, es la forma de comprensión de la que somos típicamente conscientes: más conocida como la conciencia reflexiva, capaz de analizar y meditar. Pero junto a esta existe otro sistema de conocimiento, impulsivo y poderoso, aunque a veces ilógico: la mente emocional

Existe un conjunto clave de otras características presentes en los individuos, la inteligencia emocional: que según el psicólogo Peter Solovey es una parte de la inteligencia social que concierne a la habilidad de comprender los sentimientos propios, conocer los ajenos y utilizarlos para guiar nuestros pensamientos y nuestros actos. Se atribuyen a la inteligencia emocional habilidades tales como ser capaz de motivarse y persistir frente a las decepciones; controlar el impulso y demorar la gratificación, regular el humor y evitar que los trastornos disminuyan la capacidad de pensar; mostrar empatía y abrigar esperanzas.

A diferencia del Coeficiente Intelectual (C.I.), con sus casi cien años de historia de estudios de cientos de miles de personas, el concepto de inteligencia emocional es nuevo. Aún no se puede decir exactamente hasta qué punto explica la variabilidad de una persona a otra en el curso de una vida. Pero los datos existentes sugieren que puede ser tan poderosa, y a veces más, que el C.I. y mientras hay quienes afirman que el C.I. no se puede cambiar demasiado mediante la experiencia ni la educación, hoy se ha probado que las aptitudes emocionales fundamentales pueden ser aprendidas y mejoradas por los niños si les enseñamos; pero también los adultos pueden reaprender sobre sus emociones, para llevar una vida más efectiva.

En un estudio hecho con alumnos de Harvard se encontró que quienes habían obtenido las puntuaciones más elevadas en la facultad no habían alcanzado demasiados éxitos en términos de salario, productividad y categoría profesional en comparación con los compañeros que habían obtenido menor puntuación. Tampoco habían obtenido las mayores satisfacciones en su vida, ni la mayor felicidad en las relaciones de amistad, familiares y amorosas.

Hoy en día se vuelto tan importante reflejar en el currículum vitae formación profesional y experiencia, como habilidades técnicas y habilidades emocionales, tales como el optimismo o la capacidad de trabajar en equipo.

Gran parte de las pruebas demuestra que las personas emocionalmente expertas - las que conocen y manejan bien sus propios sentimientos e interpretan y se enfrentan con eficacia a los sentimientos de los demás - cuentan con ventajas en cualquier aspecto de la vida, ya sea en las relaciones amorosas e íntimas, o en elegir las reglas tácitas que gobiernan el éxito en la política organizativa. Las personas con habilidades emocionales bien desarrolladas también tienen más probabilidades de sentirse satisfechas y ser eficaces en su vida, y de dominar los hábitos mentales que favorezcan su propia productividad; las personas que no pueden poner cierto orden en su vida emocional libran batallas interiores que sabotean su capacidad de concentrarse en el trabajo y pensar con claridad.

A los efectos prácticos, reconocer un humor desagradable es sentir el deseo de superarlo. Sin embargo como estableció Freud, gran parte de la vida emocional es inconsciente; los sentimientos que se agitan en nuestro interior no siempre atraviesan el umbral de entrada a la conciencia. Mantener bajo control nuestras emociones perturbadoras es la clave para nuestro bienestar emocional. No se trata de que debamos sentir una única clase de emoción, como por ejemplo el ser felices todo el tiempo; es importante aceptar que tenemos derecho se sentir un poco de tristeza, y que muy posiblemente tenga una importante contribución sobre nuestra vida creativa y espiritual.

La ira se construye sobre la ira. Una forma de aplacar este sentimiento es aprovechar y desafiar los pensamientos que lo disparan. Lo que importa es el tiempo; las primeras etapas del ciclo de la ira son las más eficaces. En efecto, la ira puede ser evitada completamente si enviamos al cerebro información atenuante sobre lo que nos irrita, antes de que la ira empiece a actuar.

Las preocupaciones se expresan casi siempre en el oído de la mente, no en su ojo - es decir en palabras, no en imágenes -, hecho que tiene importancia para el control de la preocupación. Para el control de las preocupaciones Borkovec propone algunos pasos como: captar los episodios inquietantes lo más pronto posible, aprender métodos de relajación y adoptar una postura crítica con respecto a las suposiciones. En el caso de personas que tienen preocupaciones tan graves que se han convertido en fobias se debe recurrir a la medicación para interrumpir el ciclo.

En la medida en que nuestras emociones entorpecen o favorecen nuestra capacidad para pensar y planificar, para llevar a cabo el entrenamiento con respecto a una meta distante, para resolver problemas y conflictos, definen el límite de nuestra capacidad para utilizar nuestras habilidades mentales innatas, y así determinar nuestro desempeño en la vida. Y en la medida en que estamos motivados por sentimientos de entusiasmo y placer con respecto a lo que hacemos - o incluso por un grado óptimo de ansiedad -, esos sentimientos nos conducen a los logros. Es en este sentido que la inteligencia emocional es una aptitud superior, una capacidad que afecta profundamente a todas las otras habilidades, facilitándolas o interfiriéndolas.

Las personas expertas en aprovechar sus emociones pueden utilizar la ansiedad anticipada - por ejemplo la que surge ante un discurso o una prueba inminentes - para motivarse y prepararse bien, con lo que consiguen un buen desempeño.

La empatía, o el grado en el cual somos capaces de comprender a los demás, se construye sobre la conciencia de uno mismo; cuanto más abiertos estamos a nuestras propias emociones, más hábiles seremos para interpretar sentimientos. Toda compenetración, raíz del interés por alguien, surge de la sintonía emocional y la capacidad de empatía.

Las emociones de la gente rara vez se expresan en palabras; con mucha mayor frecuencia se manifiestan a través de otras señales. La clave para intuir los sentimientos de otro está en la habilidad para interpretar los canales no verbales: el tono de voz, los ademanes, la expresión facial y cosas por el estilo.

Si aceptamos que la inteligencia emocional juega un papel muy importante en la calidad del servicio brindado a los clientes, ya que como lo dice Deepak Chopra sólo si tenemos una buena relación con nosotros mismos podremos tener relaciones armoniosas con los demás, estaremos preparados para comenzar a trabajar con nuestras reacciones emocionales.

Veamos a continuación algunas reflexiones y prácticas sencillas para ayudarnos o ayudar a otros a mejorar en el manejo de sus emociones:

  1. Toda vez que podemos darnos cuenta de que estamos emocionalmente desequilibrados, es el momento de aislarnos unos instantes para relajarnos y reflexionar sobre nuestro estado anímico. Al retomar el control estamos en condiciones de continuar en donde habíamos quedado.
  2. Recordemos que podemos tomar las riendas de nuestra vida, y que a pesar de tener malos hábitos respecto a nuestras emociones, como por ejemplo abrigar continuamente pensamientos pesimistas, si podemos mejorar. S. Covey nos enseña que el hábito se construye si conjugamos tres factores: el deseo de cambiar, el conocimiento de la importancia del cambio y el saber como lograrlo. Lo más importante es contar con los dos primeros factores, ya que con un poco de asesoría podemos obtener el tercero.
  3. Somos seres especiales, a pesar de nuestras sombras y nuestras luces. Comencemos por aceptar esto, ya que será un gran apoyo para valorarnos y encontrar en las cualidades el apoyo para superar nuestras fallas.

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