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Las Rubaiyatas o "cuartetas" de Omar Khayyam


1
Todo el mundo sabe que jamás murmuré la menor oración. Todo el mundo sabe también que jamás traté de disimular mis defectos. Ignoro si existen una Justicia y una Misericordia. Si las hay, estoy tranquilo, porque siempre fui sincero.

4
Procede de forma tal que tu prójimo no sufra con tu sabiduría. Domínate siempre. Jamás te abandones a la cólera. Si quieres conquistar la paz definitiva, sonríe al Destino que te azota y nunca azotes a nadie.

5
Puesto que ignoras lo que te reserva el mañana, esfuérzate por ser feliz hoy.

14
No marcha firme por el Camino el hombre que no recogió el fruto de la Verdad. Si pudo arrebatarlo al Árbol de la Ciencia, sabe que los días pasados y los días por venir en nada difieren del alucinante primer día de la Creación.

15
Más allá de la Tierra, más allá del Infinito buscaba yo el Cielo y el Infierno. Pero una voz grave me dijo: "Cielo e Infierno están en ti."

21
¿Cuándo nací? ¿Cuándo moriré? Nadie puede recordar el día de su nacimiento ni prever el de su muerte. ¡Ven, dócil bienamada! Quiero pedir a la embriaguez el olvido de nuestra crasa ignorancia.

23
¿Por qué te aflige -Khayyam- el cometer tanto pecado? Inútil es tu tristeza. ¿Qué hay después de la Muerte? La Nada o la Misericordia.

26
El mundo inmenso: un grano de polvo en el espacio. Toda la ciencia de los hombres: palabras. Los pueblos, las bestias y las flores de los siete climas: sombras. El fruto de tu constante meditación: la nada.

29
Los más ilustres sabios y filósofos caminaron por las tinieblas de la ignorancia.

33
Sonríe en la desgracia y no pidas a nadie que te sonría: perderás el tiempo.

41
Olvida que no lograste la recompensa que merecías. Sé feliz. No te lamentes de nada. Lo que te debe suceder escrito está en el libro que hojea al azar el viento de la Eternidad.

43
¡Bebe vino! Te darás la vida eterna. El vino es el único capaz de restituirte la mocedad. ¡Divina estación de las rosas y de los amigos sinceros! ¡Goza del instante fugitivo de tu vida!

45
En voz queda, le dijo la arcilla al alfarero que la amasaba: "No olvides que fui como tú. ¡No me maltrates!"

54
Un jardín, una cimbreante doncella, un cántaro de vino, mi deseo y mi amargura: he aquí mi Paraíso y mi Infierno. Pero, ¿quién recorrió el Cielo o el Infierno?

64
Que tu pensar no traspase lo presente: he aquí el secreto de la paz.

65
Los mediocres y los orgullosos establecen un distingo entre cuerpo y alma. Yo sólo sostengo esto: el vino destruye nuestros temores y nos da la quietud perfecta.

69
Oigo decir que los amantes del vino serán condenados. No hay verdades comprobadas, pero hay mentiras evidentes. Si los amantes del vino y del amor van al Infierno, vacío debe estar el Paraíso.

77
Todos los seres pretenden recorrer el camino del Conocimiento. Lo buscan unos; afirman otros que lo encontraron. Mas una voz clamará un día: "¡No hay camino ni hay sendero!"

81
En el torbellino de la vida sólo son felices los que presumen de sabios y los que no tratan de instruirse. Me incliné sobre todos los secretos del Cosmos y volví a mi soledad envidiando a los ciegos que hallé por el camino.

84
El alba colmó de rosas la cúpula del cielo. Por el aire cristalino se pierde el canto del último ruiseñor. El perfume del vino es más ligero. ¡Y pensar que en este instante hay insensatos que sueñan con la gloria y con honores! ¡Cuán sedosos tus cabellos, bienamada!

85
Amigo mío: no forjes proyecto alguno para el mañana. ¿Sabes acaso si podrás concluir la frase que empezaste?

89
Anhelar la paz en este mundo: locura. Creer en el reposo eterno: locura. Después de muerto, breve será tu sueño, porque renacerás en el césped que todos pisotean o en la flor que el sol marchita.

96
No dejes de recoger todos los frutos de la vida. Corre a todos los festines y elige los más grandes cálices. No creas que Dios lleva la cuenta de nuestros vicios y virtudes.

105
Los sabios no te enseñaron nada, pero las caricias de las sedosas pestañas de una mujer te revelarán la felicidad.

109
Antes de que puedas acariciar un rostro de suavidad de rosa, ¡cuántas espinas te quitarás de tu propia carne! Mira ese peine: era un trozo de madera. Cuando le cortaron, ¡inmenso fue su dolor! Pero acicala hoy la perfumada cabellera de un adolescente.

111
¿Temes lo que te pueda ocurrir mañana? Ten confianza, si no, el infortunio no dejará de justificar tus aprensiones. No te aficiones a nada. No interrogues a los libros ni al prójimo. Nuestro destino es inescrutable.

114
Se ha dormido una nube.

122
Bebo vino como la raíz del sauce bebe el agua cristalina del arroyo. Sólo Dios es Dios y Dios todo lo sabe -¿dices?-. Cuando me creó, sabía que bebería vino. Si me privara de beber, la ciencia de Dios fracasaría.

125
Si quieres gozar la soledad magnífica de las estrellas y las flores, rompe con todos los hombres, deslígate de todas las mujeres. No te emparejes con nadie. No te inclines sobre ningún dolor ni participes en ninguna fiesta.

126
Tal vez no sea la noche sino el párpado del día..

128
Cierra tu Corán. Piensa libremente y encara libremente el cielo y la tierra. Al pobre que pasa, entrégale la mitad de lo que tienes. Perdona a todos los culpables. No entristezcas a nadie y escóndete para sonreír.

130
Escucha: si este mundo es una ilusión, ¿por qué te desesperas? ¿Por qué piensas sin cesar en tu miserable estado? Abandona tu alma a la fantasía de las horas. Escrito está tu destino. Ninguna tacha podrá enmendarlo.

140
Todos los días descubro el esplendor del mundo...

149
Señor: mil celadas invisibles armaste en la ruta que recorremos y nos dijiste: "¡Miserable de aquel que no las salve!" Tú ves todo y lo sabes todo. Nada acontece sin tu licencia. ¿Somos pues responsables de nuestros pecados? ¿Puedes tú censurar mi rebeldía?

150
Mucho aprendí y mucho olvidé también por propia voluntad. En mi memoria cada cosa ocupa su lugar. Así, lo que estaba a la derecha no podía pasar a la izquierda. Sólo conocí la tranquilidad el día que repudié todo con desprecio. Comprendí al cabo que no es posible afirmar ni negar nada.

154
Derviche: ¡despójate de esa veste estampada de que te ufanas y que al nacer no trajiste! ¡Cúbrate el manto de la pobreza! Te negarán el saludo los peregrinos, pero un coro de serafines cantará en tu pecho.

167
¡Recibí el golpe esperado! Mi bienamada me abandonó. Mientras la tuve, era fácil despreciar el amor y exaltar todos los renunciamientos. Cerca de tu bienamada, ¡ay Khayyam, qué solo estabas! ¿Comprendes? Se fue para que tú pudieras refugiarte en ella...

170
Laúdes, cálices y perfumes, guedejas y ojos de almendra: juguetes que el Tiempo arruina. ¡Juguetes! Austeridad, labor y meditación, soledad, plegaria y renunciación: cenizas que el Tiempo esparce. ¡Cenizas!

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