Al contrario de lo que siempre he hecho, desde ahora pediré para que mis hijos crezcan con raíces profundas, de tal forma que puedan recoger energía de las mejores fuentes, de las más divinas, que se encuentran siempre en los lugares más difíciles.
Pedimos siempre tener facilidades, pero en verdad lo que necesitamos hacer es pedir para tener raíces fuertes y profundas, de tal modo que cuando las tempestades lleguen y los vientos helados soplen, resistamos con bravura, en vez de que seamos subyugados y barridos.
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